Vivimos en una Casa Tomada? La misma pregunta la escribí en 2015, a propósito de un cuento de Julio Cortázar, cuando frente a nosotros teníamos las fosas clandestinas con cientos de hombres, mujeres, niños sin rostro. Años de silencio, shhh, shhh, seguimos igual, si en una mesa de café se habla de extorsiones, los ojos se expanden y de inmediato surge nuevamente el silencio. Muchas casas, patios, negocios, se quedaron vacíos por el germen de la violencia ahora, llega un virus, que no vemos, nos tortura, hinca su veneno en las arterias, y vuelve a expandir el terror.
Hay familias que no encuentran una cama para su ser querido, un espacio para sanar. No hay una guerra y sin embargo parece que se pierde una batalla. Es lógico, tenemos miedo, la muerte expande sus tentáculos, frente a nuestros vacíos, va cercando los rincones sin pudor, sin permiso, jugando con nosotros a su antojo. ¿Y nos vamos a dejar vencer, seremos barca a la deriva? Aquí es, donde la fortaleza de las palabras y las acciones deben convertirse, en fuerza, energía, compasión, alegría para tender lazos fraternos a los necesitados.
En estos momentos, ya identificamos los temores, es tiempo de canalizarlos para transformarlos en armas de aliento, fe, esperanza. Enciende el motor de tu espíritu para ayudar al más vulnerable. No desistir. He visto que el colibrí regresa, como en los versos de Octavio Paz «quieto, no en la rama, en el aire, no en el aire, en el instante». La vida nos ofrece motivos, los helechos desbordan la jardinera, las palmeras besan el cielo, y mi madre sigue regando, amorosamente, el jardín de su casa física y el jardín de su corazón.
Cada mañana toma su café, lee tranquila, hace sus ejercicios de sopa de letras y su cocina se impregna con aromas vespertinos. Ha vivido los cambios de casi un siglo, la miro y su sonrisa diluye la tristeza, como el poema de Paul Éluard, “Bonjour tristesse”: Adiós tristeza / Buenos días tristeza / inscrita estás en las rayas del techo / inscrita estás en los ojos amados / No eres la miseria exactamente / pues los labios más tristes te anuncian / con una sonrisa / Buenos días tristeza / Amor de los cuerpos amables / Poder del amor / cuya amabilidad surge / como un monstruo sin cuerpo / cabeza decepcionada / Tristeza rostro bello. Regular nuestras emociones es vital, hoy es el momento de compartir, no sólo alimento para el cuerpo, también para el alma.
Un universo de palabras, imágenes, música, silencios, crean una espada de fortalezas y virtudes para vencer la incertidumbre. Carpe diem. _