Mi quehacer actual tiene múltiples facetas: soy acariciadora de perros, escuchante de temas interesantes, lectora acompañante, toma-cafés amigable, amante diurna, alquimista que convierte el oro en tiempo, desmanteladora de casas inhabitadas, asistente de colores para niños que pintan elefantes celestes, excursionista de obras literarias, imagino cielos para los que fallecen, rescatadora de imágenes de cementerios para no olvidar cómo era la muerte en otros tiempos, diseñadora de ciudades imaginarias, editora de libros de iluminados con revelaciones místicas y de estudiantes que quieren salvar el planeta. Ambiciono, como mi obra maestra, escribir un directorio telefónico de dueños de perros, para poder devolver a casa los perros extraviados; y aún conservo el sueño niño de ser portera de un gran edificio, decirle a cada persona: “pase usted”, mientras sonrío con una leve inclinación y abro la puerta.
Este año un amigo salvó la vida y otro amigo terminó con su vida. No sé si ambos hechos son un milagro.Yo creo que he cursado 270 años el kínder,y mis primeras letras siguen acordonándose en las mismas palabras para decir: “me gusta este mundo”. El amor me ha sido dado grande y longevo, la vida ha sido como un árbol de mango que en ciclos se carga de flores, el viento las derriba y decide cuántos frutos quedarán para alimentar el futuro con semillas nuevas. Aquí, en las macetas de mi jardín, de flor en flor está la crónica de los días.
Amo mi ciudad, a su gente que cultiva huertos de patio mientras los edificios son cada vez más altos; que inaugura un café de barrio mientras los vuelos son más internacionales; que frita pescado junto al río para celebrar el cumpleaños; la ciudad donde las aves eléctricas duermen en los hilos de cable que la cubren, como el entramado de una pelota de tenis. Ciudad de agua: he refrescado mi rostro con tu lluvia y hundido mis pies en tu mar, sigo el rastro de tus nubes, soy consciente del agua subterránea de donde abreva tu vida.
Agradecería a facebook hiciera público mi algoritmo y me colocara entre las personas buenas, que no tienen más mérito que amar a los suyos, y escribir poemas. ¡Les deseo eterna Navidad en su corazón y un luminoso 2020! (M. Izaguirre) _