Sociedad

Metaverso: realidad o ficción

Hace cuatro años, en 2018, cuando mi interés por la tecnología aplicada al diseño digital incrementaba, para emplearla a la investigación, la docencia y a la actividad profesional, salía a los cines una película dirigida por el gran Steven Spielberg, Ready player one; el guion sobresalía al presentar el uso de la realidad virtual (RV) para ingresar a un mundo ficticio donde en una realidad alterna se presentan relaciones entre personas que no se conocen físicamente e incluso, se desarrolla un comercio de artículos para mejorar la vida y aptitudes de los avatares en el mundo.

Al ver la película, mi interés por adquirir unos lentes de realidad virtual se incrementó y así intentar aplicarlos a mi profesión, pero nunca me imaginé que, un par de años después, en el 2020, se presentaría en el Congreso Computational Design: Next 3.0 un mundo virtual en la red llamado «Illusorr» y que se denomina el primero en su tipo; un año después, en el 2021, Mark Zuckerberg, anunciaría el surgimiento de «Meta», otra propuesta de interacción en un mundo virtual.

Actualmente, ha surgido una diversidad de metaversos, incluyendo el de un país que existe en la realidad y en la virtualidad, «Liberland», metaverso diseñado por el prestigioso despacho de arquitectos Zaha Hadid Architects.

Ante la creciente propuesta de metaversos, la demanda de adquisición de artículos virtuales ha incrementado. Mi sorpresa no sólo se centra en la diversidad de artículos que existe, también se observa por el costo de algunos de ellos.

El año pasado, mientras manejaba y escuchaba la radio,  me sorprendí al oír que el NFT (token no fungible, por sus siglas en inglés) de una obra de arte alcanzaba los $4,000 dólares, y que un novio le compraba un vestido virtual de novia, de un reconocido diseñador, a su prometida por un costo cercano a los $9,000 dólares, pero mi sorpresa se incrementó al escuchar que la novia era un avatar que no existía en la realidad.

Aunque mi interés como arquitecto y diseñador se ha centrado en generar edificios virtuales que se puedan construir en la realidad física, me es complicado entender cómo alguien puede invertir o gastar en un terreno en el metaverso para construir su casa con un valor aproximado a los $10,000 dólares, sin contar el posterior pago de honorario del profesional del diseño.

Ante lo que escuchamos, leemos y vemos, puedo empezar a sacar algunas conclusiones de un concepto que ha evolucionado en muy pocos años y donde este concepto llamado metaverso se ha convertido en una realidad, y que aunque virtual y muy polémico, no podemos ignorarlo y tenemos que empezar a aprender a convivir con este mundo virtual.

Personalmente, no sé si estaré listo para vivir en un juego como lo era «The Sims», donde tenía que cortar, construir o alimentarme como un avatar; pero sí estaré listo para debatir en los límites que debo de exigir a mis hijas, donde la ficción no debe de rebasar a la realidad.

En lo profesional y como profesor no puedo ignorar lo que está surgiendo para enseñar y guiar a mis alumnos en un mundo virtual que demandará por sus conocimientos: como arquitectos podremos diseñar el edificio o la casa que en la realidad no podríamos construir. El metaverso, nos guste o no, ha llegado para quedarse.

Edwin González Meza

[email protected]

Google news logo
Síguenos en
Varios autores
  • Varios autores
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.