Alexander Fleming advirtió al mundo sobre la resistencia antimicrobiana en el discurso que dio al recibir su Premio Nobel en 1945, por el descubrimiento de la penicilina, el primer antibiótico empleado en medicina. Él ya había observado que, cuando las bacterias se exponían a dosis no-letales de penicilina,se volvían resistentes a este antibiótico y quiso prevenirnos sobre las consecuencias de usarlo de forma incorrecta.
La resistencia antimicrobiana consiste en el surgimiento y propagación de microbios, principalmente bacterias, que resisten al efecto mortal que deberían tener sobre ellos los antibióticos, medicamentos diseñados para tratar infecciones. Es un fenómeno imposible de erradicar porque las bacterias poseen mecanismos de supervivencia que han evolucionado y que se han compartido entre ellas desde hace millones de años. Estos mecanismos junto con el uso excesivo que hemos hecho de los antibióticos a nivel global, han ocasionado el surgimiento de las llamadas superbacterias, las cuales son resistentes a todos o casi todos los antibióticos que podrían aniquilarlas. Se suman a la problemática el uso indiscriminado de antibióticos en el sector agrícola y el manejo inadecuado de desechos que resulta en la contaminación del ambiente.
Por ello, la resistencia antimicrobiana ha estado amenazando con convertirse en la pandemia más temida: cuando se propague una superbacteria resistente a todos los antibióticos disponibles y que, al no ser posible controlarla, mate a un gran número de personas.
Se había estimado que las superbacterias provocaban 700 mil muertes al año y que para 2050 habría diez millones de muertes anuales por su causa. Pero estudios recientes confirman que la pandemia por covid-19 está acelerandola resistencia antimicrobiana. A pesar de las recomendaciones de organismos internacionales, se han prescrito antibióticos de forma imprudente e innecesaria tanto a pacientes con covid-19 hospitalizados, como a los ambulatorios. También ha habido automedicación y algunas farmacias han omitido el requisito legal de la receta vendiendo antibióticos libremente. Antibióticos como la azitromicina, claritromicina, ceftriaxona, amoxicilina y el antiparasitario ivermectina no deberían seguirse utilizando ante la evidencia científica que ya se tiene de su poca utilidad en covid-19, enfermedad causada por un virus, no por bacterias ni parásitos.
Cada persona puede ayudar desde ahora a impedir la siguiente pandemia que podrían causar las superbacterias.
Primero es importante no solicitar ni esperar que los médicos forzosamente receten antibióticos para enfermedades respiratorias que, en su mayoría no son causadas por bacterias. Siempre que nos receten antibióticos, hay que preguntar si de verdad son necesarios y por qué. En segundo lugar hay que vacunarse, las vacunas del cuadro básico como la BCG, pentavalente, neumocócica y contra la influenza previenen la aparición de infeccionesdisminuyendo la necesidad de usar antibióticos. Tercero, cuando recibamos atención médica preguntemos al personal de salud si se lavó las manos antes de auscultarnos, si desinfectó el estetoscopio o si salió a comer con la bata que traen puesta. Cuarto, busquemos y exijamos alimentos libres de antibióticos, por ejemplo, la carne; esto ayudará a promover un uso veterinario responsable de los antibióticos. Por último, mantengamos las prácticas de higiene que hemos adquirido durante covid-19, como aislarnos y cubrirnos si estamos enfermos para proteger a otros, lavarnos las manos y preparar los alimentos con higiene.
Estas cinco acciones son un muy buen comienzo para frenar una amenaza latente a la salud pública: la resistencia antimicrobiana.
Lucila Isabel Castro Pastrana