El impacto del confinamiento originado por la pandemia del covid-19 sigue extendiéndose. A pesar de que la llegada de las vacunas representa una esperanza, hasta el momento –al menos en México– no se ha logrado controlar ni el número de casos ni la mortalidad.
Esto ha ocasionado que algunas entidades federativas hayan retornado al color rojo del semáforo epidemiológico, lo que implica que los empleados de empresas con actividades no esenciales deban continuar trabajando desde casa. El home office o teletrabajo es, entonces, una práctica que por necesidad hemos implementado, pero que seguramente cuando la pandemia por fin concluya, será analizada por muchas organizaciones para continuar siendo una forma de trabajo que llegó para quedarse, tanto así que ya existe una legislación específica en nuestro país para regularla.
Algo interesante de analizar es el impacto que el home office ha tenido en la salud emocional de los trabajadores. No hay que olvidar que el trabajar desde casa implica tener que compaginar distintos roles que naturalmente están separados. Hasta antes de la pandemia, la mayoría de las personas salían de su casa a trabajar y se desconectaban de las labores domésticas y de quienes conviven en el hogar. En tiempos de home office es posible que los trabajadores deban al mismo tiempo atender requerimientos laborales y familiares, lo que potencialmente originaría un aumento en el conflicto trabajo-familia y a su vez incrementar los niveles de estrés y síndrome de quemarse en el trabajo (el famoso Burnout).
Para aclarar estas relaciones, en estos meses han surgido un gran número de estudios que exploran el impacto de la pandemia y, en específico, del home office en las organizaciones en lo general y en los trabajadores en particular. En mi caso específico, como investigador interesado en el comportamiento organizacional, me he dado a la tarea de realizar un estudio en el que se analiza las diferencias en variables como el compromiso organizacional, el conflicto trabajo-familia y el Burnout en trabajadores que trabajan desde casa y aquellos que no.
Los resultados de la encuesta dejan ver algunas conclusiones interesantes. Por ejemplo, se ha encontrado que las personas que trabajan desde casa tienen un vínculo emocional más fuerte con su organización, lo que origina que tengan una menor intención de abandonarla. Además, contrario a lo que pudiera pensarse, el home office ha ocasionado una mejor organización del tiempo, lo que se traduce en menor impacto de los problemas domésticos en el desempeño laboral.
Las personas que no tienen la oportunidad de laborar desde casa reportan mayores niveles de Burnout, agotamiento emocional y menor sentido de realización. Tendríamos que analizar en un futuro, el impacto que tiene el hecho que las personas puedan estar experimentando mayor estrés al tener que salir a trabajar y exponerse a un mayor riesgo de contagio.
Se aprecia que el home office ha contribuido a incrementar el compromiso organizacional, disminuir el conflicto trabajo-familia y el Burnout. Sin duda, factores para tomar en cuenta por las organizaciones al rediseñar los esquemas de trabajo en un futuro, cuando realmente llegue la nueva normalidad.
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