Sociedad

El cambio climático y los 1.5 °C (parte 2 de 2)

Anteriormente se había expresado la importancia de establecer en 1.5 °C el límite de calentamiento global al año 2100 y así no enfrentar escenarios catastróficos en el planeta Tierra. También se había establecido que para lograr tal propósito el ser humano tendría que disminuir sus emisiones de CO2 equivalente de 6.83 toneladas al año por persona, tasadas al año 2020, a cero en el transcurso de ochenta años. Para alcanzar tal objetivo se hablaba de empezar a implementar una estrategia de abajo hacia arriba (bottom-up) considerando que el tratar de convencer a los grandes emisores de gases de efecto invernadero era una tarea muy difícil, debido a la cantidad de intereses creados, tanto económicos como políticos, aunque es imperante que al final haya un compromiso real de su parte.

Sin esperar tanto esta larga respuesta por parte de los grandes emisores, que se ve reflejada en transiciones lentas, como la energética, que busca una neutralidad del carbono importante a partir del año 2060, o la del transporte, donde se esperan resultados alentadores para 2050, se proponen acciones inmediatas, la mayoría a un nivel individual y a pequeña escala, entre los habitantes de este planeta.

El cambio de los hábitos diarios de la gran mayoría de la población sería de una extrema utilidad para acelerar estas transiciones globales, muy importantes, sin duda, pero lentas en su ejecución.

Un ejemplo muy claro de esto es la producción de desechos sólidos. En México, por ejemplo, hay un 95 por ciento de posibilidades de que la basura producida en un hogar termine en un relleno sanitario, ya sea controlado o no controlado. En ambos casos, la basura será incinerada (relleno no controlado) o enterrada (relleno controlado), produciendo gases de efecto invernadero, dióxido de carbono y metano, principalmente. Un estudio establece que, por cada kilogramo de basura generado en México, aproximadamente el 92 por ciento será convertido eventualmente en un gas de efecto invernadero. Si los habitantes del país tuvieran mucha más información sobre propuestas tales como la economía circular (resumida como la reducción de basura, su reuso y su reciclaje) el combate al cambio climático sería mucho más eficaz. Esto se asegura considerando que el ciudadano común es consciente de la importancia del manejo de la basura en su recolección, aunque al desconocer el destino final de ésta, considera que su deber como ciudadano ha terminado ahí. Si hubiera más difusión de las implicaciones de producir altas cantidades de desechos sólidos, aún con buenas prácticas en su desecho, los habitantes seguramente se comprometerían a aplicar las bases de la economía circular, por citar solo un ejemplo.

Esto se puede replicar en otros aspectos de la vida diaria: transporte, consumo eléctrico, uso de gas, consumo de agua, etc. La aplicación masiva de prácticas sustentables a pequeña escala, en hogares, espacios comunes, centros de trabajo etcétera, coadyuvarán en alcanzar el límite de los 1.5 °C, sin dejar todo el trabajo a los gobiernos y grandes empresas.

El calentamiento global, al igual que otros retos que ha enfrentado la humanidad, como la crisis sanitaria de 2020, son problemas colectivos que nos han enseñado a repensar las soluciones de forma individual, pero siempre con el objetivo del bien común.

Iván Oropeza Pérez

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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