La esperanza de vida representa el número de años promedio que se espera que una persona viva a lo largo de su existencia, bajo el supuesto de que las condiciones de mortalidad permanecerán invariantes. Es decir, que al mejorar las condiciones de salud (y posiblemente mejorar el nivel socioeconómico) de una sociedad es de esperarse que se reduzca el número de defunciones observadas a lo largo de un año y por lo tanto se observe un incremento en la esperanza de vida. Este hecho fue la regla en México durante toda la década de los noventa y hasta mediados de la primera década del siglo XXI, cuando la esperanza de vida pasó de 70 a 78.3 años en el periodo comprendido entre 1990 y 2005.
Este ciclo virtuoso de mejoras en la esperanza de vida se rompió cuando drásticamente se modificaron las condiciones de mortalidad de la población mexicana, la causa no fue por un cambio en las condiciones del sistema de salud, sino por el inicio de una guerra contra el narcotráfico, la cual hizo retroceder por primera vez, desde la Revolución Mexicana, la esperanza de vida de todos los mexicanos, que pasó de 78.3 años en 2005 a 74.7 en 2013, lo que representó una caída de 3.7 años. Caída de la cual aún no nos hemos recuperado hasta la fecha, por muy diversos factores. Al año 2019, la esperanza de vida estimada oficialmente fue de 75.1 años, lo que implica que siete años después, el indicador ganó menos de medio año.
De esta manera, las condiciones de mortalidad en las que se encontraba expuesta la población mexicana entre 2013 y 2019 permanecieron prácticamente invariantes, sin embargo, el surgimiento en Wuhan, China, del Síndrome Respiratorio Agudo Severo SARS-CoV-2, comúnmente conocido como covid-19, en noviembre de 2019, representó un cambio sustancial. El covid-19 en México registró un total de 16 casos confirmados como positivos en 13 municipios en febrero de 2020, no obstante, el virus se propagó a mil 847 municipios para el mes de julio de 2020. El número de defunciones reportadas por el virus durante el 2020 alcanzó un total de 151 mil 433, lo que evidentemente se reflejó en un importante descenso en la esperanza de vida de la población mexicana.
Una vez pasada la emergencia asociada a la pandemia global de covid-19, los estragos comenzaron a hacerse notar. Diversos medios han reportado una pérdida estimada cercana a los cuatro años de esperanza de vida al nacimiento a nivel nacional, con importantes diferencias a nivel estatal. Los estados con las menores pérdidas de esperanza de vida fueron Guerrero, Oaxaca, Michoacán y Chihuahua con una media de 3.3 años, mientras que las entidades federativas con las mayores pérdidas fueron la Ciudad de México, el Estado de México, Tlaxcala y Coahuila, con pérdidas superiores a cinco años.
Así, mientras México tardó 15 años en ganar 8.3 años de esperanza de vida, estos años ganados desaparecieron por efecto de la pandemia (3.8 años) y la guerra contra el narcotráfico (3.6 años), dejando el indicador en el nivel alcanzado hace 30 años, es decir, se perdieron tres décadas de avances. Una esperanza de vida elevada es, en términos generales, una medida que resume la eficiencia del sistema de salud para lograr la sobrevivencia en el largo plazo de la población general, no de un determinado grupo social. Es un reflejo no solo de justicia social, sino de una idea de bienestar en el que las personas puedan imaginar vivir una vida larga y saludable, y tener una mayor certeza de completar las etapas más importantes de su curso de vida, como lo es la crianza de sus hijos. Como lo expresa el demógrafo Julio Pérez Díaz, el aumento de la esperanza de vida refleja “la democratización de la supervivencia hasta la vejez y es probablemente la revolución social más importante experimentada por la humanidad”. Por el contrario, la reducción de la esperanza de vida implica un alejamiento de uno de los más grandes logros de las sociedades modernas: permitir que elevadas proporciones de población lleguen a edades avanzadas. Postergar este logro conlleva a negar el derecho a envejecer a una generación más de mexicanos, situación que es por demás absurda e intolerable.
Por Gerardo Núñez Medina
El Colegio de la Frontera Norte - Sede Piedras Negras
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