Tecnología

Nuevas formas de relacionarnos

A casi 17 años de mi tesis de maestría en Ciencias de la Educación, mis preguntas de investigación cuestionaban sobre las tendencias y orientaciones de la política educativa de equidad de género del libro de texto de primaria.

Por supuesto, encontré que el discurso, las imágenes, el contenido y los materiales del texto de Historia del tercer grado contribuían a reproducir los roles y estereotipos de género, la subordinación femenina y la violencia simbólica hacia las mujeres. En ese tiempo también encontré una vasta producción, trabajos y propuestas educativas sobre equidad y género, así como prácticas pedagógicas en las aulas, en los sistemas educativos y esfuerzos centrados en el empoderamiento de niñas, jóvenes y adultas.

Como mujeres y educadoras sabíamos que algo no andaba bien. Estas inquietudes aún las compartimos muchas colegas y estudiantes de licenciatura y posgrado en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSHu) de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo que estudian sobre  género,desigualdad y violencia hacia las mujeres en todas sus facetas y ámbitos dentro de la política, educación, ciencia e investigación.

A 17 años de este acercamiento a la desigualdad de las mujeres sabemos que la educación ha sido el mecanismo de reproducción histórica de roles de género y esquemas de subordinación.

Ha sido el principio de la perpetuación de esta relación de dominación desde los esquemas patriarcales dentro de las unidades domésticas, pero también en instancias como la escuela, sociedad y Estado.

Traigo a la memoria al multicitado filósofo francés Michael Foucault, quien sostenía que el poder no era un atributo que se poseía, sino que se ejercía por medio de estructuras sociales complejas, entre ellas la escuela, y pienso un poco en cómo este pensamiento encuentra sentido en lo que observé desde que era estudiante de posgrado en relación con la construcción del género desde la educación.

El género como la estructura de poder que oprime a las mujeres por el hecho de ser mujeres se reproduce a través de toda la estructura cognitiva que organiza nuestra percepción de lo social y del mundo que habitamos. Justo aquí es donde se asientan las jerarquías entre los sexos y entre más sutil, más efectiva.

La teoría de género, como bien sostiene la feminista Sheyla Benhabib, contribuye al análisis de la situación de las mujeres en relación con los hombres a través de la historia, cuestionando las normas y valores tradicionales regentes de la cultura, pero también establece alternativas y nuevas formas de relacionarnos.

Frente a esto sostengo que ahora, más que nunca, es necesaria la teoría de género en educación porque a través de ella se pueden romper los esquemas de desigualdad.

Permite cuestionar la visión androcéntrica y colonial del saber y del mundo a través de la crítica a la dominación cultural masculina, el monopolio masculino de la generación del conocimiento, el lenguaje que invisibiliza y suprime a las mujeres y las niñas, los espacios de actuación entre sexos, los estereotipos y roles de género, e incluso, el derecho humano a recibir educación.

La teoría de género es pasión que se convierte en acción para otras y otros sujetos. Estamos en lo propiamente vivo, en el alarido de la protesta del dolor inarticulado, en la resistencia que no se deja cazar en las redes sistemáticas de un ¿por qué?, sino que reclama el ¿por qué no? 


Rosa Elena Durán González

Profesora Investigadora


Google news logo
Síguenos en
Varios autores
  • Varios autores
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.