El crecimiento económico, medido a través del cambio del PIB, es un indicador de la evolución de la producción y de las transacciones en un país. Si bien es un indicador relevante para conocer el estado de la economía de un país, el PIB no está diseñado para medir el bienestar o el desarrollo. La Iniciativa de Progreso Social, produce, desde 2014, el Índice de Progreso Social (SPI, en inglés) que pretende ser una medida complementaria a los indicadores económicos típicos, abarcando 51 variables que incluyen las necesidades humanas básicas (p.e. acceso a agua potable, nutrición, seguridad personal), fundamentos de bienestar (salud, condición del medio ambiente, educación) y oportunidades (derechos, libertad, equidad, inclusión). El índice tiene una metodología sólida y es replicable.
Hoy se presentan los resultados del SPI para 2019 en el que se evaluó a 149 países. Los primeros cinco lugares los ocupan, en orden, Noruega, Dinamarca, Suiza, Finlandia y Suecia. México se encuentra en esta edición del índice en el lugar 55. El año pasado ocupó el lugar 58 de 146 países. Estados Unidos está en la posición 26, por debajo de Estonia. En términos generales, la mayoría de los países ha logrado avances entre 2014 y 2019, desde luego, no a la velocidad anhelada. Solo cuatro países han bajado de lugar: Nicaragua, Estados Unidos, Brasil y Sudán del Sur. De hecho, Estados Unidos ha caído siete posiciones en los últimos seis años. Las mayores disminuciones se han dado en los rubros de inclusión y de seguridad personal, en los que Estados Unidos tiene un desempeño peor que países con un PIB per cápita similar.
El crecimiento económico repercute en mejoras en el bienestar, o en el SPI, de forma decreciente. Es decir, los países que tienen un menor nivel de producción inicial y logran aumentar su PIB per cápita de forma rápida, logran mayores avances en progreso. Pero poco a poco los incrementos en el PIB per cápita redundan, sí en mayor progreso, pero a un menor ritmo. Las libertades, los derechos fundamentales, la inclusión y la equidad, entre otros, no se alcanzan necesariamente al incrementarse el producto. La mayoría de los países latinoamericanos están entrando en esa etapa. Para lograr mejoras sustanciales en esta medición tendrán que hacer más que incrementar su PIB. México no es la excepción.
El SPI 2019 muestra que México tiene cubierta una parte importante del pilar que mide las necesidades humanas básicas, por ejemplo, acceso a electricidad o a agua potable. Sin embargo, México se encuentra en niveles inferiores al 100 (recordemos que el SPI 2019 consideró a 149 economías) en áreas como: igualdad de la distribución del poder por estrato económico (101); igualdad en la distribución del poder por género (106); acceso a educación de calidad (107); violencia política (109); corrupción (117); y, tasa de homicidios en el que ocupa la terrible posición 137 de los 149 países evaluados.
Los economistas seguiremos hablando del PIB y sus correlaciones. Pero tomémosle la palabra al presidente. Si quiere hablar de desarrollo, usemos este índice que desglosa información concisa y medible. Saber qué es lo que verdaderamente mejora nos permitirá eliminar el ruido del discurso.
@ValeriaMoy