Nuevo León es un estado que siempre ha salido adelante a pesar de sus políticos, pero ¿hasta cuándo será sostenible? Sexenio tras sexenio, nos sobran escándalos de corrupción, malos gobiernos y gobernadores judicializados. Somos un estado con empresas líderes, universidades de gran prestigio, tasa de desempleo mínima (2.6%, ENOE 2024), crecimiento anualizado de 3.2%, el tercer lugar en aportación al PIB nacional y el segundo mejor evaluado para trabajar.
Con estos datos vale la pena hacer un alto en el camino y reflexionar. Samuel García está a la mitad de camino; tres años de aciertos y desaciertos. Lo que me llama la atención es que independientemente de los sentimientos que genera, hay un consenso generalizado de los avances y áreas de oportunidad.
Se le reconoce la manera directa de comunicar y enfrentar las crisis de manera casi automática. Lo hizo con el covid, el agua y el transporte, aunque esta última no ha sido suficiente. El liderazgo de su Gobierno en temas de participación ciudadana, apertura a las ONG, niños y mujeres con cáncer es aplaudible. Su bandera definitivamente ha sido lo económico; gran inversión extranjera, creación de empleos e inversión en obra.
Sus desaciertos, principalmente la pugna política que ha sostenido con el PRIAN, en detrimento de los ciudadanos. La seguridad ha empeorado, de los 46 delitos que mide el Secretariado Ejecutivo, 32 han aumentado. La crisis medioambiental no ha tenido avances, la movilidad está colapsada y la crisis del agua se ha visto disminuida, debido a las lluvias, pero si la ciudad sigue creciendo, en unos años volveremos a estar igual. No hay presa ni acueducto suficientes si no se invierte en tecnología innovadora y cultura.
NL es una entidad federativa sumamente fuerte y trabajadora, pero si no sale de los conflictos políticos que afectan todos sus logros, estaremos condenados a repetir lo que hemos padecido ya por muchos años. Samuel tiene tres años para rectificar, retomar el rumbo y demostrar que tiene un proyecto político sólido. El mexicano perdona muy fácil, y en tres años puede enfocarse en resolver lo que más le duele a la ciudad y terminar como no lo han hecho sus predecesores: bien.
