Tenemos malos políticos, eso es un hecho. La duda que me persigue es: ¿Se hacen malos al entrar en política o la política los envicia? ¿Qué es primero? ¿A quién atrae la política? ¿A los que quieren cambiar el mundo o a los que quieren poder y dinero?
Presencié, como todos ustedes, el aberrante acto violento que protagonizaron el vergonzoso líder del PRI, ***Alito*** Moreno, que para los escándalos que lleva ya deberíamos llamarle el ***innombrable***, y Fernández Noroña, que cada vez más representa todo lo que no debería ser un político y menos el discurso de su partido. Eso de vivir austero, según predican, cuando llegan al poder se olvida.
Basta con ver sus apariciones posteriores, vacías de disculpas o reconocimiento de su mal actuar, para confirmar la clase política que tenemos. Lo que se escucha en sus siguientes entrevistas son excusas, violencia, ataques y amenazas. Hoy son ellos, pero mañana son otros. Creo que no se dan cuenta de la vergüenza nacional que representan, posiblemente ya fueron atacados por el síndrome de Hubris.
El poder puede enfermar. Ya se ha hablado mucho desde la medicina, lo que provoca el poder en las personas. Con el tiempo se puede crear una distorsión de la realidad que se caracteriza por un cambio de comportamiento. Uno se vuelve soberbio, arrogante y la autoconfianza los lleva a actuar fuera de toda lógica. La historia nos ha mostrado líderes que han sufrido estos desórdenes mentales y veo en nuestros políticos algo parecido.
Su actuar enfocados en sus propios intereses, en aumentar su poder y sobre todo en la triste adicción a querer tener la razón, los ha separado de manera abismal de lo que era su oficio, tradicionalmente el más honrado. Recordemos que el Senado en la antigua Roma era visto como el lugar de los sabios, el espacio de los más respetados y encargados de aconsejar.
Tendríamos que cambiar las reglas del juego radicalmente, crear otros incentivos y procesos para tener a los mejores en los puestos más importantes de nuestro país. Que sea el servicio, la profesionalización y una vocación al servicio público lo que atraiga a esos que hoy todavía sueñan con cambiar el mundo y crear lo posible para todos.