Se llegó la hora. Llegamos a un punto de inflexión como país, este momento clave donde los acontecimientos cambian, se alteran. Por primera vez tenemos una mujer Presidenta en México después de 200 años como país independiente. Hoy se rompen muchas creencias, se cumplen muchos sueños. El que llegue la primera mujer al puesto más alto de nuestra política es el resultado de muchos años de trabajo de miles de mujeres para abrir brecha y romper estereotipos.
A partir de hoy muchas niñas verán posible literalmente ser lo que quieran ser. Al ver una mujer en un puesto de poder hace tangible los avances. Como dice el dicho: “Hasta no ver, no creer”. Hoy Claudia Sheinbaum, nos guste o no lo que representa políticamente, es símbolo de esperanza, cambio y progreso.
No podemos asumir que llega por el hecho de ser mujer y por los avances que hemos tenido en cuestión de género, solamente. Llega por muchos factores: la fuerza de Morena, el empuje que le dio AMLO, así como los programas sociales que fueron uno de los aciertos de la administración que hoy termina. Claudia arrasó con casi 36 millones de votos, entre personas que se consideran de derecha y de izquierda por igual (Estudio Nacional Electoral de México 2024 ), que le apostaron a la continuidad.
Sheinbaum se convierte en la Presidenta mujer número 27 a nivel mundial de entre 195 países; es decir, solo 13% son presididos por mujeres. Esta lista podrá ir aumentando si Kamala Harris asume la presidencia del país más poderoso del mundo. Poco a poco estas cifras están cambiando y con ello se espera una mejora en igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en todos los sectores.
A nivel simbólico, la llegada de Claudia es un hito que añade un nuevo referente en la política, que por sí solo no quedará en la historia si al final de su sexenio no muestra resultados tangibles, pues será medida por su responsabilidad y no por su género. En un país con tasas alarmantes de feminicidas y con una cultura machista sobre todo en la cultura empresarial, esperemos que su llegada al poder sea un punto de inflexión para los avances no solo de la mujer, sino de todos.