En días pasados se conmemoró el aniversario luctuoso (51 años) de don Eugenio Garza Sada, uno de los empresarios más destacados que ha tenido México. Se habla que para 1970 se dirigió la empresa familiar grupo VISA y contaba con más de 50 empresas que emprendió. Tuve la fortuna de visitar su casa en El Obispado, abierta al público y sede del Centro Eugenio Garza Sada que fomenta el capitalismo social.
Vale la pena adentrarse en su vida, hoy en estos momentos decisivos para México. Murió en 1973, dejando un gran legado. Escuché en voz de un experto sobre su vida, que mientras era un gran empresario, era conocido como Eugenio Garza Sada y después de su punto de inflexión, la creación del Tecnológico de Monterrey, fue don Eugenio. Con justa razón y con todo el sentido de la palabra.
Al recorrer su casa y cómo vivía, no deja de sorprender su sencillez, enfoque hacia la cultura, especialmente la música y la familia. Su cuarto es símbolo de austeridad, y su estudio, de curiosidad y apertura. Miles de libros de todos los temas. Dicen que después de regresar de la oficina le quedaban tres horas diarias para seguir aprendiendo. Padre de una familia numerosa, esposo dedicado y empresario visionario. Historias de él, muchísimas, según el tema encontramos una que inspira. Definitivamente hoy más que nunca debemos de voltear a ver esos perfiles, para replicar su legado.
Siempre se distinguió por su liderazgo humanista a la hora de emprender sus más de 50 empresas; la persona ante todo, pensando en el bien de la comunidad. Él veía a sus empresas como una fuente de creación no solo de riqueza, sino de bienestar. “El empresario que solo se ocupa de su empresa, ni siquiera se preocupa por su empresa”. Para él, el empresario debía de pensar más allá, para impactar en su comunidad.
Cada año en septiembre se entrega el Premio Eugenio Garza Sada, con el objetivo de permear su visión y reconocer a quienes están haciendo la diferencia en México. Necesitamos líderes con su visión, que multipliquemos su legado y volteemos a ver a México, como nuestra responsabilidad. Si no soy yo, ¿quién? Adentrarse en su vida es buscar respuestas, de cómo aportar más a México.