Escritor, periodista, activista, político y corredor. Se fue uno de los grandes del boom latinoamericano, pero nos deja su vida, aparte de sus libros, para seguir profundizando en todas las facetas que un ser humano puede tener cuando es clara su vocación, asume su responsabilidad y usa bien su tiempo.
Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura, cuenta cómo a los cinco años un mundo nuevo se creó para él, a partir de que aprendió a leer. Ahí descubrió la alegría por la lectura y su vocación por la escritura. Su papá con miedo a que se dedicara a eso lo mandó a un internado militar. Ahí encontró todo lo contrario, el espacio ideal para fortalecer su convicción de que la escritura era lo suyo, pues era el que escribía las cartas de amor que sus compañeros enviaban a sus novias.
Llegó a tener siete trabajos de joven para poder mantener a su primera esposa, la famosa Tía Julia. Fue periodista, maestro, pero siempre se daba tiempo para escribir. Seguir su vocación fue su más grande legado. Su agente literaria, Carmen Balcells, lo visitó a finales de los años sesenta para convencerlo que dejara la docencia y se dedicara solo a escribir. Vargas Llosa se arriesgó, pues le parecía imposible con dos hijos que mantener. De ahí su vida cambió radicalmente, al dejar todo e irse a vivir a Barcelona solo a escribir.
Fue candidato presidencial de Perú en los noventa y activista quien defendió la democracia. Fue crítico de los regímenes dictatoriales, recordemos su frase sobre nuestro país en la época priista: “México es la dictadura perfecta”. Consideraba que al ser escritor tenía una responsabilidad de tipo social y política. “Creo que la participación en lo que es la vida de la ciudad, del país, del tiempo en que uno vive, es también una obligación de tipo moral”, dijo en su última entrevista.
Escribió 20 novelas, escribía siete días a la semana y se mantuvo activo públicamente hasta sus 89 años, entregando su último libro y dejando su columna semanal en El País en el 2023. “Me gustaría que la muerte me hallara escribiendo, como un accidente”. Cumplió su sueño, siendo consciente de su vocación, responsabilidad y su tiempo. Murió escribiendo y dejando un gran legado en el mundo entero.
