La semana pasada estuve en Guadalajara y el tráfico, desbordado. Si no es la lluvia son las obras y si es CdMx son las marchas, inundaciones, etcétera, y luego llegar a Monterrey al desorden de las principales avenidas. Se está haciendo el modus vivendi que el moverte en una de las tres ciudades más importantes de México sea un caos. Tenía que estar en el aeropuerto a las 7:00 y me recomendaron irme casi con tres horas de anticipación. Vivir en una de estas tres metrópolis no necesariamente es sinónimo de desarrollo, en vez de ser el ejemplo para el resto del país son el equivalente a mala infraestructura.
Baches, obras públicas mal señalizadas sin apoyo de tránsito, poco transporte público, aeropuertos en pésimas condiciones y que no llueva porque se inundan, eso es el día a día. Pienso en otros aeropuertos de países mucho más chicos, como el de Costa Rica, y los nuestros parecen de tercer mundo. Y me cuestiono si realmente es por falta de presupuesto, planeación o por el estándar de calidad tan bajo al que nos hemos acostumbrado.
Los gobiernos están tan ocupados en su lucha electoral que no dimensionan el impacto de la infraestructura, para la calidad de vida de los ciudadanos como para la atracción de turismo, negocios o inversión. México ocupa el lugar 65 en calidad de infraestructura, a pesar de ser la economía 15 en el mundo. Nuestra inversión en infraestructura es menor en proporción al PIB, comparada con el promedio de la OCDE. Hemos disminuido la prioridad destinada a la inversión física, apenas al 1.5 por ciento del PIB, aunque ha habido repuntes como en el 2024, no se compara con los periodos del 2014-2016 (SHCP).
¿Cómo mejorar la calidad de nuestras carreteras y aeropuertos si tenemos a la Sedena asumiendo su manejo, control y administración? Fueron formados para ser militares y ahora se espera también que tengan una visión de negocio, de planeación de ciudades y de atención al usuario. Según un estudio de Deloitte sobre la calidad de la infraestructura, el 43 por ciento de los usuarios cree que se debe a la escasez del talento.
Queremos una infraestructura verde y apenas tenemos lo básico. Qué lejos estamos de habitar nuestras ciudades y sentirnos orgullosos por donde caminamos, nos movemos o visitamos.