Omar Fayad tiene una especial fascinación por la medicina. En Huejutla, en pleno discurso de campaña le escuché una ilustración muy digerible sobre las enfermedades tropicales. Ha dicho a sus allegados que tuvo el dilema por elegir entre la facultad de Derecho o Medicina. Y se propone, al retirarse de la política, estudiar, ahora sí, medicina.
Cuando habla de medicina está habituado a usar términos científicos y en su precampaña realizó caravanas de salud para ganarse la simpatía de los votantes. Tiene contactos con fundaciones y prominentes médicos con quienes dialoga sobre estrategias de salud pública. Pretende instaurar consultas a distancia en lo que llama “Tele-medicina”.
La primera pandemia de este siglo, la peligrosa Covid 19, encuentra a Omar Fayad como Gobernador de Hidalgo. No puede, en consecuencia, cruzarse de brazos. Con los exiguos recursos que tiene armó una trinchera de guerra; pudiera ser suficiente o no, pero, por ahora resguarda en los primeros escarceos contra el monstruo. Las imágenes del hospital inflable ya dieron la vuelta al mundo como una de las pocas buenas noticias que salen de México contra el Coronavirus. También circulan las fotos del gobernador enfundado en traje quirúrgico que dirige las acciones en esta crisis y no le tembló la mano para destituir a su secretario de Salud y al director del Hospital General cuando encontró mala atención a la gente. A pesar de que tiene clara la ruta de la emergencia debe sentir un fuego cruzado interno por las lentas señales contradicciones de la Federación. No puede contravenirlas porque se ha propuesto una convivencia política sensata ya que el 90 por ciento del presupuesto del Estado es de origen federal. Pero es claro que Omar no cree en estampitas.
