Los hombres murciélago en la pantalla grande no se limitan a la capa y capucha puntiaguda de Batman, quien estrenó su nueva cinta este 3 de marzo y que por poco opacó el centésimo aniversario de la cinta que revolucionó a los vampiros en la pantalla de oro: “Nosferatu, Eine Symphonie des Grauens” (Nosferatu: Una sinfonía del horror) cinta que vio la luz el 4 de marzo de 1922 en los cines de Berlín, pero que cuenta con una historia más obscura de lo que nos muestra en la pantalla.
Sin duda alguna, la producción de Friedrich Wilhelm Murnau es una obra de arte del expresionismo alemán posterior a la Primera Guerra Mundial, pues incluso se encuentra en la lista de las 45 películas dentro de la selección de “arte” del Vaticano, incorporada en el año de 1995: pero esto sólo se iguala por la polémica a su alrededor, pues Murnau no sólo se vio obligado a retirar todas las copias de su producción debido a una demanda de la viuda de Bram Stoker, sino que esta acción legal llevó a la quiebra a Prana Film, encargada de esta joya del cine de vampiros.
La polémica entre la viuda de Bram Stoker y la cinta Nosferatu, casi desaparecen de la historia esta joya cinematográfica, pues aunque Friedrich Wilhelm Murnau intentó comprar los derechos para adaptar a la pantalla grande la novela Drácula, no lo logró y prefirió hacer modificaciones para relatar una historia de horror acorde al contexto de la época; para lograrlo cambió los nombres del conde Drácula, quien pasó a ser el conde Orlok; Jonathan Harker fue Thomas Hutter; y Lucy se convirtió en Ellen, además un cambio físico en Orlok con orejas puntiagudas, profundas ojeras y espeluznantes colmillos, lo cual sigue impresionando a muchos y que difiere de la estética, elegancia y refinamiento del conde Drácula.
Además, cabe mencionar que Nosferatu debe situarse dentro de su contexto histórico para ser entendida, la sombra de la peste, la xenofobia y la Gran Guerra se cierne sobre él, al igual que su propia sombra furtiva, esa representación expresionista del mal que recae en el género vampírico, sin mencionar que dentro del cine mudo es un logro del genio de Murnau para centrar la historia en un personaje que sólo aparece nueve minutos en todo el largometraje; la forma en la que el director definió el género de películas de vampiros, se centra en la narrativa, el detalle atmosférico inigualable que trascendió a la posteridad, teniendo como una de las imágenes más evocadoras la silueta de Orlok subiendo la escalera, una sombra que se extiende a lo largo del género de terror luego de un siglo.
Contrario a lo que se acostumbraba en 1922, para filmar la cinta Murnau usó locaciones reales, pero las transformó con la cámara, a través de tomas del ángulo bajo del vampiro mientras acechaba a las víctimas en un barco, lo hacían parecer abrumador y eso garantizó su vigencia en 100 años de vida, pues aunque derivado de la demanda de la viuda de Bram Stoker un tribunal ordenó la destrucción de todas sus copias.
Teodoro Santos