Veinte mil niñas, niños y adolescentes mexicanos y centroamericanos, son explotados sexualmente en México, casi un 80% de las cuales son niñas de entre 10 y 14 años, según la Agencia Internacional “Infancia hoy”. Al tratarse de una práctica clandestina, las cifras pueden ser mayores. Como una forma de combatir a este fenómeno monstruoso de ganancias económicas insospechadas, la Organización de las Naciones Unidas decretó el 23 de septiembre como el Día internacional contra la explotación sexual y el tráfico de mujeres, niñas y niños.
Frecuentemente, este infierno inicia con una cita “a ciegas” contactada en redes sociales, con promesa de matrimonio y viaje a otro país, en donde el príncipe azul le quitará a la princesa rosa el pasaporte “para ponerlo en lugar seguro”. Hasta ahí el sueño, todo lo que sigue será pesadilla. También puede ser la promesa de una gran oportunidad laboral en otro país, el secuestro de niñas a la salida de la escuela, o la cínica venta de las hijas por parte de los padres.
Sea cual sea el inicio, el desenlace será el mismo: La inmisericorde esclavitud sexual que llevará a la víctima a ser violada 20 veces al día, en promedio, a cambio de dinero que ella nunca verá, porque toda la ganancia económica irá a los bolsillos de “el dueño”. Permanecerán tres meses en un país, y luego serán llevadas clandestinamente a otras naciones, en donde volverán a ser prostituidas durante otros meses, antes de dirigirse a un nuevo destino con la misma suerte.
La pesadilla se vivirá durante por lo menos cinco años, tras los cuales las mujeres, niños y niñas esclavizadas serán sustituidas por otras más, y ellas serán llevadas a la nueva esclavitud de los trabajos forzados, ya no sexuales, si es que para entonces no han enfermado o muerto.
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