El reciente veto de Estados Unidos a una resolución que exigía un alto el fuego inmediato en Gaza revela una vez más la hipocresía de la política exterior estadounidense y su falta de compromiso real con la paz en el Medio Oriente.
La embajadora estadounidense Linda Thomas-Greenfeld justificó el veto argumentando que según el proyecto de resolución presentado por Argelia no contribuía a una paz duradera, sino que prolongaba la crisis humanitaria y el cautiverio de rehenes, ¿qué tan creíble es el falso altruismo estadounidense en el Consejo de Seguridad?
Esta postura evidentemente ignora la urgente necesidad de detener la violencia y proteger a la población civil palestina, que enfrenta condiciones cada vez más desesperadas debido a los ataques israelíes.
Es notable que Estados Unidos está más preocupado por proteger los intereses de Israel que por promover la paz y los derechos humanos en la región.
El veto de Estados Unidos socava los esfuerzos internacionales por alcanzar una solución pacífica al conflicto entre Israel y Palestina, y envía un mensaje claro de que la impunidad israelí tene el respaldo de Washington.
La postura de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de la ONU resalta la impotencia de esta institución para resolver conflictos como el de Israel y Palestina.
A pesar de los llamamientos de la comunidad internacional y las evidencias de violaciones flagrantes del derecho internacional por parte de Israel, el Consejo de Seguridad ha demostrado una vez más su incapacidad para tomar medidas efectivas debido al bloqueo de Estados Unidos.
La situación en Gaza es cada vez más desesperada, con más de 29 miles de civiles palestinos siendo desplazados y asesinados por los ataques israelíes.
La inacción de la comunidad internacional, especialmente de Estados Unidos, solo contribuye a prolongar el sufrimiento y la injusticia en la región.
Por otro lado, la postura de Israel en el conflicto con Gaza y Hamás genera críticas, por lo que muchos ven como un doble rasero en su enfoque hacia la seguridad y la defensa.
Mientras Israel y su representante en foros internacionales, como el embajador Gilad Erdan, argumentan en contra de un alto el fuego con el motivo de que sólo beneficiaría a Hamás y permitiría al grupo rearmarse y planificar futuros ataques, esta posición es vista por muchos como contraproducente para la paz y perjudicial para los civiles.
La insistencia de Israel en combatir a Hamás sin un claro camino hacia una solución pacífica ha llevado a situaciones donde no solo los combatientes, sino también los civiles y las infraestructuras civiles, incluidos hospitales, se ven afectados.
Las operaciones militares en zonas densamente pobladas inevitablemente resultan en bajas civiles, lo que plantea serias preguntas sobre la proporcionalidad y la discriminación en el uso de la fuerza, principios fundamentales del derecho internacional humanitario.
La comunidad internacional ha expresado preocupación por el alto número de víctimas civiles en Gaza, y organismos como la Corte Internacional de Justicia han tenido que considerar aspectos del conflicto.
Sin embargo, la solución propuesta por Israel, centrada principalmente en la seguridad y la eliminación de la amenaza representada por Hamás, parece no tomar en cuenta suficientemente el impacto humano de sus acciones.
El llamado a condenar a Hamás por parte de Erdan, aunque refleja la preocupación de Israel por su seguridad, ignora el hecho de que la respuesta militar intensiva también causa sufrimientos a los civiles palestinos.
Este enfoque de seguridad a toda costa ha sido criticado por perpetuar el ciclo de violencia y no abordar las causas subyacentes del conflicto ni mejorar las condiciones de vida de los palestinos en Gaza.