Es la primera vez en 20 años que no veo ni quiero enterarme de la ceremonia del Oscar. Hay eventos que ponen la perspectiva de lo que es importante en la vida y ahí estoy con los míos en este momento. Pero al estar con toda tu gente, buscando hablar más allá del dolor que nos tiene reunidos, inicia la conversación que supongo ocurre en todos los hogares. Y se resume a una pregunta. “¿Qué opinas de lo de Will Smith?”.
Los primeros dos días solo quería decir. “¿Qué carajos importa lo que opine yo?”. Sé que sé del tema. Si es que el tema es cine, ceremonias, su política y sus mecánicas. Pero ante la pérdida personal más grande de mi vida, de la de mi familia, solo puedo sentir tristeza. Y entonces me di cuenta por qué me encabronaba tanto que me preguntaran tanto por el tema. Porque los involucrados están sufriendo también. Por motivos distintos, pero hay cosas que se rompen que nunca podrán ser reparadas. Entiendo que tener tu peor momento en el escenario más grande del mundo no puede quedarse como un tema personal. No se puede esperar que la gente no opine. Pero sí sé que más allá que entretenimiento para las masas, el daño es mucho más grande que un momento televisivo.
¿Sabemos algo de compasión estos días? Espero que sí. Porque hoy yo sé lo necesaria que es saber darla. Incluso mucho más que recibirla. Y si ese instante rompe el esfuerzo de vida, de una comunidad, de personas que nos han hecho felices por años, carajo. ¿Por qué no podemos quedarnos con eso? Tal vez suene demasiado simplista. Como dije soy experta en cine, el Oscar, pero claramente no en los grandes conceptos del humanismo. Pero esta vez, este primer Oscar en el que no lo vivo instante a instante, es con lo único que me quiero y puedo quedar.
Susana Moscatel
Twitter: @susana.moscatel