Historia de un crimen, de Netflix, sin duda ha generado polémica y eso tiene todo el sentido del mundo. Simplemente tocar el tema de la niña desaparecida hace 10 años en Interlomas, para ser encontrada muerta en la base de su cama, levanta demasiadas pasiones y causa un profundo dolor. Sin embargo, creo que es un buen ejercicio, aunque incomode a muchos.
Y créanme, los más incómodos son a quienes les pega cerca, lo sé porque resulta que muchos de ellos de alguna forma u otra me ha tocado conocerlos y compartir contextos. Hay historias que se deben contar, porque la ineptitud de las autoridades muchas veces tiene consecuencias peores que lo criminal.
Tengo muchas personas cercanas que viven en Interlomas. No quieren ver la serie, alguien en el edificio de al lado donde pasó todo, de hecho, y les ha parecido horrible.
Entiendo, da miedo porque es una enorme ventana que expone demasiadas cosas. También soy cercana a las personas que “inspiraron” a muchos de los personajes de la serie. Regina Blandón está increíble, pero no es ni Mónica Garza ni Lily Tellez. Esa parte es ficción. Un buen recurso para darle estructura a una historia.
Mucha gente me ha preguntado, ¿Por qué haría Netflix algo así? Y la respuesta es muy simple. Está demostrado que casos trágicos así, sin resolver: como el de la pequeña reina de Belleza JonBenét Ramsey en 1996, cuando se trabaja para la TV, son éxitos con dos cosas garantizadas: indignación y audiencias altas. Y ahí la razón de esta serie. Podemos añadir denuncia y entretenimiento. Todo en una. Pero ante todo, esto es porque pega cerca, tal vez demasiado cerca a muchos de nosotros.
Twitter: @susana.moscatel
