Debo confesar que cuando vi el boletín que decía: “Fans en Nueva York demandan a Madonna por impuntual” me causó gracia, y enseguida pensé en cuánto le gusta litigar a nuestros amigos gringos.
Luego pensé que si los mexicanos tuviéramos tiempo y recursos para semejantes peleas legales, casi todo mundo estaría batallando con alguien más en la Corte, sobre todo si la impuntualidad fuese el tema. Luego leí bien que lo que pretenden sea una demanda colectiva, y me detuve un segundo. La frivolidad de la acción no la cuestiono, pero los argumentos son interesantes.
Para empezar, no es la primera vez que La reina del pop es demandada por iniciar dos horas o más tarde sus conciertos. Con esa evidencia no es imposible probar el punto en el que ellos reclaman “información engañosa” sobre un producto por el que están pagando. Aquí asumimos que los conciertos nunca empezarán a tiempo, allá no. Y no están preparados para la friega que nosotros asumimos equivocadamente, es parte del precio por ver a nuestros artistas favoritos.
En esta demanda los acusadores dicen que como el show terminó a la 1 de la mañana les fue difícil y caro encontrar transporte público, privado e incluso compartido. Además, dicen, al día siguiente trabajaron y esa desvelada les afectó también en el cuidado de sus familias. Ya quisiera ver al par de delicadas criaturas tratando de ver a su reina o a un Bad Bunny en el Foro Sol. Creo que se nos desintegran...
Madonna alguna vez respondió: “La reina nunca llega tarde”, pero si el caso procede puede sentar precedentes en todo
el mundo.