Son tiempos de muchas historias extrañas, sobre todo cuando se trata de aprender todo lo que implica comunicarnos. Juntas de trabajo, ver familiares o amigos, y en el caso de algunos, entrevistar a grandes personajes desde nuestros hogares, lo cual muchos esperamos que sea temporal. Pero no todos.
Hace unos días puse todo en orden porque iba a tener una entrevista con uno de los actores que más he añorado entrevistar: Ewan MgGregor. Aunque no se grabaría video, nos veríamos, y en efecto, él se encontraba absolutamente relajado en su sofá con esa enorme sonrisa celebrando que esa mañana se había metido a la casa de reporteros desde Japón hasta Australia y, por supuesto, México. Y que eso le hacía feliz. “En vez de estar sentado en un cuartito y viendo cómo entran y salen, ahora puedo compartir un poco más de sus vidas. Le voy a decir a mi gente que yo quiero que, acabando todo esto, sigamos haciendo las entrevistas así”. (Y yo devastada).
Peor entiendo a Ewan, y creo que en parte no solo el consumo de contenidos, sino los eventos para promoverlos cambiarán en algunos casos después de esta pandemia. Pero a estas alturas ya todos tenemos un anecdotario de historias que incluyen “prende la cámara”, “el micro sigue en mute” y la peor de todas, “No te has salido y escuché lo que realmente piensas de mí”. A todos nos ha pasado. Pero profesionalizar esto desde casa tiene sus dificultades, como las “mesas redondas” donde los reporteros se pierden en el ciberespacio y nuestros perros deciden saludar o hacer cosas peores con tu almohada frente a una estrella internacional como Helena Bonham-Carter o tu jefe. No Ewan, mejor volvamos a vernos en persona cuando se pueda, por favor.
Twitter:@susana.moscatel