Oppenheimer, Pobres criaturas, Dune y ahora El problema de los 3 cuerpos. Estos cuatro títulos que han estado y estarán presentes en las pantallas, las premiaciones y en nuestras conversaciones, son guiones adaptados de grandes novelas, o en el caso de Oppenheimer, biografía. Está pasando algo fantástico con el interés de la gente por conocer los textos originales.
El Prometeo americano, el libro de la cinta ganadora del Oscar de Christopher Nolan, es un documento necesario, histórico y emocional; entender los mecanismos políticos, bélicos y sociales que llevaron a la creación de la bomba atómica son lecciones para la vida. Adentrados ya en la lectura entendemos por qué la cinta fue lo que fue —sin obviar que la hizo un genio—: las emociones, contradicciones y temores de Robert Oppenheimer. Leer el libro nos deja más clara su magnitud.
Duna es un caso fantástico, quienes amamos la ciencia ficción y la fantasía, tenemos alguna historia con las novelas de Frank Herbert. Ver una gran cinta de alguien que ama tanto esos textos y sus profundidades (no solo hablo de los gusanos de tierra) hace querer revisitar cada palabra escrita. Es un círculo virtuoso donde cada vez podemos gozar más de los recovecos del autor y su adaptación por el cineasta.
De Pobres criaturas hemos hablado mucho, solo les recalco la fantástica decisión de Lanthimos al contar la historia desde la experiencia única de Bella Baxter (Stone). Visitar o revisitar el libro después y saber que los hombres contaban la historia (ellos, las pobres criaturas, sin duda) es un deleite de perspectiva.
Ahora estoy esperando que llegue el libro que inspiró el Mejor guion adaptado en el Oscar para devorarlo. La cinta es American Fiction, es fantástica, y el libro se llama Erasure A Novel de Percival Everett, por si no lo encontraban tampoco.