Apenas este fin de semana se estrenó en doscientas pantallas la película Amores incompletos del director Gilberto Gonzales Penilla y quiero pedirles un favor. Veanla esta semana. Búsquenla y véanla ya porque tenemos la suerte de que con tantos ya de vacaciones ese urgente primer fin de semana que ya pasó se extiende un poco para efectos de que no nos quiten esta hermosa historia de la pantalla grande antes de lo que uno pueda voltear a ver la cartelera. Pero es esta semana.
El protagonista es, sin duda, uno de los actores con más presencia, impacto e historia en nuestra televisión mexicana. Hablo, por supuesto, de Alejandro Camacho, quien interpreta a José, un gruñón que se cuece aparte, que no deja que nadie realmente esté cerca, pero que tiene la maravillosa bendición de tener una maravillosa mujer a su lado, Elena (la increíble Patricia Bernal). Los años podrían seguir pasando sin que José, recién cumplidos sus 65 años, se diera cuenta lo que tiene, pero Patricia muere una noche de manera súbita y ahí es cuando, al leer su diario y saber que tuvo tres amantes, comienza un viaje que no deja de sorprender ni por un momento.
No les conté la cinta. Les conté lo que dice la sinopsis y lo que el director y protagonista me describieron solo cómo el punto de partida de este viaje. Pero estando tan acostumbrados a guiones bombásticos, sobreactuaciones, obviedades y superhéroes, no saben lo hermoso que fue ver a un joven director y guionista trabajar tan bien con las sutilezas, con las revelaciones que se desenvuelven al mismo tiempo que el camino del personaje y que conectan con cualquiera quien busca redención, comprensión y, como yo lo entendí, hasta una nueva historia de amor cuando todo pareciera estar perdido. Somos muchos los que hemos perdido seres amados últimamente, y esta cinta es un abrazo a esas emociones que a veces ni siquiera hemos reconocido aún. Por favor búsquenla y véanla.
