Política

'Un Cauduro es un Cauduro' (es un Cauduro)

Nació en la muerte, sólo así es posible crear como él, existir, ser Rafael Cauduro. Chamán que dibuja y pinta, alquimista, poeta nocturno, desde la sombra nos cobija la sensualidad de sus piezas. Es injusta toda etiqueta. Brutal mirada y disciplina, más de 50 años de trayectoria. Antes de llegar al Colegio de San Ildefonso, por favor camina por la calle de la Soledad, sabrás que: nada es verdad en el mundo de los que mentirosamente se creen luminosos. Fundado por jesuitas en 1583, en la calle de Justo Sierra #16, la última remodelación del inmueble en el siglo XVIII, le da la apariencia barroca con la que lo conocemos actualmente. Es inevitable recordar al padre Martín, un hombre rebelde, jesuita, es su voz la que me acompañó para ver las 7 salas de la obra de este gran artista, Martín afirma que en los lugares más oscuros existe el amor más divino. Y aunque Rafael no se considera religioso, algo sacramente siniestro recorre la espina dorsal de su trazo, la curva doliente de sus extenuantes procesos creativos. Alexandra Hernández y Bernardo Gamboa, creadores de Órbita Central, plataforma innovadora de contenido/vasos comunicantes/poesía, me extendieron una generosa invitación para ver las salas antes de la inauguración. Fue en 1995 cuando vi por primera vez en Bellas Artes algunas de las piezas de esta retrospectiva. Con la guía de Alesha Mercado, impresionante mujer, historiadora de arte, curadora del artista. Gracias a la hija y ex esposa de Rafael, mujeres bellas, enigmáticas, poderosas, pudimos escuchar la narrativa más íntima de los procesos del artista. Sexo, misterio femenino, altares callejeros paganos, autos, trenes, perros, alcohol, migrantes, lúcidas enfermas mentales, vagabundos, modelos de pasarela ensangrentados, personas mostrando placer, dolor, amor, ternura, prostitutas que son como fantasmas en las paredes, ventanas sin fondo, puertas imposibles de abrir. Los borrachos como santos bebedores, “Se busca por dipsómano”, ese autorretrato de Rafael que inevitablemente nos golpea el alma.

Rafael Cauduro es tal vez el pintor mexicano vivo más crítico de la violencia sistémica. El Mártir, pieza de bronce, pesa más de 200 kilogramos, la colgó en un tabachín de su casa, sus ramas anidaron entre los huecos de la cadena que sostenía la pieza, ¿cuál es su importancia? Pertenece a su colección privada, ahorcó al tabachín, cayó destruido por el peso, jamás derrotado, una rama permanece en la pieza todavía, su estruendo se escuchó en las grietas de la noche. La pieza retrata al migrante. Sus dolientes de metal rezan hincados al reverso, por delante vemos las pasiones desdoblándose como nuestra hermosa sombra siniestra. Los expedientes-ojos de gaveta psiquiátrica nos olvidan, no nos miran ya. La belleza: oscura ceremonia. La puta desdentada de sus lienzos, Salomé o la Virgen entre ruinas. Al volver a casa, pasa nuevamente por la calle de la Soledad. Nada es verdad en el mundo de los vivos

Susana Iglesias*

* Escritora. Autora de la novela Señorita Vodka (Tusquets)

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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