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Tláhuac: ¿cuáles niñas?

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  • Sophia Huett

El 23 de noviembre de 2004 ocurrió el linchamiento contra tres policías federales, evento del que logré sobrevivir. Ese día realizábamos una investigación en San Juan Ixtayopan, en la Delegación Tláhuac de la Ciudad de México. Vestidos de civil, recabábamos datos sobre un inmueble relacionado con la venta de droga. En algo fallamos y nos descubrieron, tras lo que difundieron el rumor de que éramos secuestradores.

Los pobladores se comenzaron a reunir y a preguntarnos: “¿Dónde están las niñas? ¿dónde están?”, nosotros respondimos que éramos policías federales y mostramos nuestras credenciales, pero nos empezaron a agredir y a golpear por más de tres horas.

Hubo un doloroso momento cuando vi que mis dos compañeros habían sido muertos a golpes y que les habían prendido fuego. Mi esperanza se esfumó, esperando también mi fin. Me rescataron después de las diez de la noche y me llevaron a un hospital en el que pasé seis meses internado. Tuvieron que sedarme durante un mes y medio más porque me hacía daño al intentarme desconectar de los aparatos que me ayudaban a sobrevivir.

Tuve varios sueños durante ese tiempo, por momentos me daba cuenta que estaba en un hospital, pero en otros no entendía lo que pasaba ni dónde estaba. Mi madre me preguntaba si sabía lo que había pasado, pero yo no podía contestarle, no recordaba.

Una de las enfermeras me dijo que había tenido un accidente y de inmediato lo asocié con la comisión de un día antes de aquella fatídica fecha y creí que el accidente había sido automovilístico. De Tláhuac no recordaba nada.

Mi madre volvió a preguntar en algún momento: “¿Qué te pasó?”. Fue cuando todo vino a mi mente y comencé a recordar lo que había ocurrido. “Nos golpearon”, dije. “Sí hijo, los golpearon”, contestó ella. Me preguntó si sabía qué les había pasado a mis compañeros y le respondí tajantemente: “Los mataron a golpes y los quemaron”. “Sí hijo, eso pasó”, me contestó. Me puse a llorar porque recordé todo el suceso de principio a fin.

Mientras estuve en terapia intensiva me visitó el secretario de Seguridad Pública Federal, Ramón Martín Huerta, quien me dijo que el presidente Vicente Fox me daría una condecoración, pero en septiembre del 2005, él mismo perdió la vida en un accidente aéreo.

Tras medio año en el hospital, logré salir por mi propio pie y regresé a ser, orgullosamente policía federal. Me incorporé a la División Científica para desarrollar el uso de la tecnología en casos de investigación con la finalidad de que las y los compañeros expongan menos su vida e integridad, para que nadie más pase por lo mismo que yo en aquel noviembre de 2004.

En 2018, al cumplir el 90 Aniversario de la Policía Federal, nuestro reconocimiento llegó con sentimientos encontrados. Durante la ceremonia se entregó la Condecoración Caballero Águila a las familias de mis compañeros, los Jefes Mireles y Bonilla y en mi caso, la Mención Honorífica. 

Relato basado en la colaboración del Comisario Moreno Nolasco, a quien admiro y aprecio


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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