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Pensar en chiquito

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  • Sophia Huett

Un “topilli” en el México prehispánico, se encargaba de cuidar el aseo y el orden, así como de detener delincuentes y llevarlos ante el Juez Mayor. En la época prehispánica, surgieron los “alguaciles”; los Gobernadores les encargaban ejecutar las órdenes de los virreyes, detener en casos de delitos graves y vigilar las ciudades. Luego hubo “guarda faroles” o agentes de policía, a quienes nuestros ancestros conocieron como los “serenos”: patrullaban ya de forma organizada, conocían a los habitantes del barrio y por supuesto, eran quienes se encargaban de encender los faroles. Para 1826 aparecieron los “celadores públicos”, policías a caballo; vinieron los “batallones de policía” que resguardaron la seguridad pública, el tránsito e incluso auxiliaban a la población en casos de incendio.

Con Maximiliano de Habsburgo, en 1864, se emitieron los reglamentos de guardias nocturnos del servicio vecinal de policía y el de tránsito. En tiempos de Porfirio Díaz surgió la “Policía Rural” y la “Policía Urbana”, además de que se construyó el primer edificio de Policía.

Para ese entonces, según documentos históricos, el crimen bajó en la capital del país, con la necesidad de tener una mayor presencia en los caminos nacionales. Comenzaron entonces los “Batallones de Seguridad Pública” en tiempos de Madero, incluyendo a gendarmes.

No es solamente dar rasgos históricos sobre la evolución de las figuras policiales en nuestro país, sino el reflejo de la necesaria evolución de las instituciones policiales de acuerdo al contexto sociopolítico. Hoy México mantiene esa necesidad de evolucionar en un escenario nunca antes visto: narcomenudeo, alta disponibilidad de arma de fuego, consolidación de estructuras delictivas de carácter nacional con reclutamiento de grupos locales. Y a ello se agrega un punto: acciones de seguridad de carácter centralista que, en un contexto político específico, podrían representar un riesgo para la democracia. ¿Cómo llegamos a este punto? No es el tema de este texto, sino la adaptación necesaria que requieren las instituciones policiales.

¿Qué se necesita? Instituciones locales que hagan frente a los problemas derivados de la delincuencia y la violencia, desarrollando la institucionalidad necesaria y diversificando los perfiles de las y los integrantes de las instituciones policiales, hacia la inteligencia e investigación del delito, desde el ámbito local. Creer que el dinero puesto en seguridad es un gasto o por ejemplo, que el personal que se contrata para las áreas de inteligencia, investigación o de C4 es de tipo administrativo, no solo es mostrar una mirada de corto alcance, sino ignorancia en materia de seguridad y del contexto sociopolítico actual. No son tiempos de “guarda faroles”.

Felicidades a mi querida Ciudad, San Francisco del Rincón, que evoluciona de una dirección de seguridad pública a una Secretaría de Seguridad Ciudadana, en un esquema integral de trabajo para proteger y servir a la ciudadanía.

Sophia Huett

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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