En enero de 1994, Chiapas dejó de ser un estado enigmático y colorido para convertirse en un polvorín que dejó ver hasta entre los incrédulos, la posibilidad de una Revolución como la de Zapata y Villa.
La Policía Federal de Caminos concentró a sus integrantes en San Cristóbal de las Casas y otros puntos del estado, pues la población se había levantado en armas para reclamar al gobierno la pobreza histórica en la que se encontraba.
Recuerdo que al recibir mi asignación de servició preparé mi uniforme, mi pistola Colt 45 con sus tres cargadores, mis esposas y mucha valentía, según yo.
Salí de mi casa para dejar a mi hijo al jardín de niños y me despedí de él, llenándolo de besos. “¿Verdad que vas a la guerra?”, me dijo, a lo que solo atiné a decir que regresaría pronto, ocultando el nudo en la garganta. Lo vi caminar de espaldas a su salón y por tan solo unos segundos dudé si debía quedarme con él o acudir en apoyo a mis compañeros desplegados en Chiapas. Pero la duda duró menos que un respiro.
Subí al vehículo e inicié el camino. Iba como zombi, sin pensar o estar consciente de a qué velocidad iba. Distinguí el señalamiento de bienvenida a Tuxtla Gutiérrez y sentí un bochorno que me regresó a la realidad; llegué a la comandancia y recibí instrucciones, para luego irme a comer y descubrir comida muy diferente a la que conocía y que hoy es mi favorita: tamales de chipilín, tascalate, chompipi y más.
Me asignaron a Comalapa, un lugar que tuve que buscar en el mapa. Al descubrir que era frontera con Guatemala, solo atiné a reaccionar con la pregunta “¿Dónde diablos estoy?”.
En ese entonces, los ataques y asaltos a autobuses, camiones de carga y vehículos particulares en la carretera de San Cristóbal de las Casas a Comitán de Domínguez, empezaron a ser constantes.
La primera noche de trabajo, me reportaron que veinte personas armadas, con vestimentas parecidas a las del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, habían colocado piedras y troncos en la carretera para que los vehículos se detuvieran y fueran asaltados por quienes salían de la oscuridad del bosque.