Hace algunos días platicaba con un asiduo visitante a San Miguel de Allende sobre por qué era un destino tan gustado para la comunidad extranjera. Me platicaba que básicamente, además de buenos restaurantes y tiendas, se sentían seguros en su integridad y su patrimonio, en aquellos casos de quienes se habían vuelto residentes.
En el análisis, San Miguel de Allende, tiene una incidencia delictiva muy similar a la de otras ciudades, ¿pero por qué esta ciudad tiene la mayor percepción de seguridad en el estado y en el país? ¿por qué esa percepción ha motivado que se convierta en una ciudad cada día más atractiva para el desarrollo y las inversiones?
Partamos de que la percepción de seguridad es la medición de la sensación que tiene la ciudadanía frente a ciertas condiciones del territorio y su interacción con el mismo, una sensación que pudiera ser objetiva, basada en los delitos que realmente se registran o bien, subjetiva, derivada de las emociones provocadas por ciertos elementos o conductas en el entorno.
A su vez, una percepción negativa modificará hábitos para salir del hogar después de las 8 de la noche, permitir que las y los hijos salgan a la calle, visitar familiares o amigos o bien, llevar cosas de valor (variables tradicionalmente medidas en las encuestas de esta materia). Adicionalmente, deteriora la imagen de una comunidad o ciudad, incrementa los costos de seguridad, además de ser una condicionante para el desarrollo económico.
Para las instituciones públicas debe ser una necesidad básica contar con mediciones y el análisis de la percepción de seguridad, a fin de conocer la experiencia ciudadana y en actuar en consecuencia para mejorarla, mediante el uso de herramientas que incidirán positivamente en la percepción de seguridad.
Una diferencia abismal entre la percepción y realidad, es resultado de información deficiente o insuficiente por parte de las instituciones o de una mala cultura de la seguridad. Por ello, una lista de buenas prácticas en materia de percepción de seguridad incluye la difusión de casos de éxito en actuaciones institucionales, pero también en la impartición de la justicia e imposición de penas y sanciones, en el marco del Estado de derecho.
Adicional a ello, hay otros aspectos que contribuyen a mejoras en las condiciones de percepción seguridad, como la confianza en las y los gobernantes, así como en la clase política, la rehabilitación y mantenimiento de los espacios públicos, supervisión al cumplimiento de reglamentos municipales y una adecuada provisión de servicios públicos.
¿Por qué se incluyen estos aspectos en materia de percepción de seguridad? Porque, de acuerdo a especialistas, la frontera mental entre el delito y el conflicto es imprecisa y una situación que pudiera no ser constitutiva de delito, como un mal servicio de recolección de basura, puede contribuir a la sensación de temor en la ciudadanía.
En el caso de San Miguel de Allende, las decisiones en materia de seguridad ciudadana de fortalecimiento institucional se han complementado con un adecuado funcionamiento de servicios públicos, lo que genera un círculo virtuoso, en el que además se logra la cohesión comunitaria.
No es un camino sencillo e incluso totalmente comprendido por las distintas instituciones, en donde se ha llegado a considerar que los resultados en la materia son número de detenidos y operativos realizados, que por más efectivos que sean, de no incidir en la percepción de seguridad, serán logros incompletos.
De ahí que la percepción de seguridad también debe ser considerada una política pública, debido a las afectaciones o beneficios que tienen en la calidad de vida de la ciudadanía, su comportamiento y en la competitividad de las ciudades.