¿Quién no ha sufrido largas filas, copias interminables y requisitos absurdos para realizar un trámite? Pues bien, en el paquete legislativo publicado en el DOF el 16 de julio pasado, hay una nueva ley que promete cambiar esa experiencia: la Ley Nacional para Eliminar Trámites Burocráticos (LNETB), que establece un modelo nacional de simplificación y digitalización de trámites.
En honor a la verdad, la preocupación por simplificar, reducir o eliminar trámites no es nueva. En el año 2000 se estableció en la Ley Federal de Procedimiento Administrativo una política de mejora regulatoria. Una reforma constitucional en 2017 a los artículos 25 y 73-XXIX-Y creó las bases para una agenda nacional en la materia, responsabilidad de la entonces Comisión Nacional de Mejora Regulatoria. Hubo avances, sí, pero también muchas deudas pendientes.
Con ímpetu renovado, la LNETB retoma herramientas, actualiza conceptos y propone innovaciones. Así, por ejemplo, crea el Portal Ciudadano Único, en donde deberán concentrarse todos los trámites federales, estatales y municipales. Ninguna autoridad podrá exigir requisitos que no estén registrados en el portal.
Otro instrumento importante es la Llave MX, una identidad digital vinculada a la CURP que permitirá identificarse en línea sin credenciales físicas. Esto abre la puerta a un expediente digital único: ya no habrá que entregar la misma acta de nacimiento o comprobante de domicilio una y otra vez. El gran reto será garantizar la seguridad y el manejo responsable de los datos, de modo que genere confianza entre los usuarios.
La ley también establece que los documentos digitales tendrán la misma validez que los físicos. El beneficio directo: ahorro de tiempo y dinero para los ciudadanos. Que un trámite se resuelva rápido, se realice en línea, se eliminen requisitos innecesarios y todo sea transparente en un solo portal no es poca cosa: son transformaciones buscadas desde hace décadas.
Pero el diablo está en los detalles. Los trámites son solo la punta del iceberg. Debajo existen complejas redes de intereses y corrupción que los animan. Hay que romperlas si se quiere generar cambios profundos y de largo plazo. En un país de capacidades desiguales, burocracias enquistadas y autoridades que suelen preferir la discrecionalidad a la ley, la tarea no será sencilla. El choque de trenes entre las autoridades locales y federales, sin importar partidos, resulta inevitable .
La LNETB es ambiciosa y su apuesta por la digitalización es muy alta. La capacidad técnica, el liderazgo y la fuerza política de la Agencia de Transformación Digital será crucial. Sobre todo porque, al mismo que debe encabezar los esfuerzos de simplificación y digitalización, también tiene que cumplir otras importantes funciones. El reto es convertir la letra de la ley en realidad. ¡Suerte!