Les decía que, en Nuevo León, hay que tomar partido. Pero no se trata solamente de tomar partido entre los equipos de futbol. La decisión está entre los cárteles que se pelean las rutas, la producción, la venta de droga y otros negocios ilegales.
Aquí, las caras de la moneda con la que se juegan los volados traen los sellos del Cartel del Golfo y de los Zetas. Uno u otro. Muchos jóvenes eligen los bandos como quien elije los colores de la camiseta deportiva.
Más allá de la disputa violenta que parece estar en receso, es una batalla de popularidad entre los grupos delictivos.
¿Acaso no hay más opciones?..
Aunque estos alumnos del primer semestre de Electricidad dibujan sicarios en sus cuadernos eligieron una opción distinta, por eso están aquí, en esta preparatoria al sur de Monterrey. Son los ocho que quedan en el salón (de los más de 30 que iniciaron el bachillerato).
Si los chavos dibujan a la mascota de los Zetas en los cuadernos de la escuela es por costumbre, porque se les hace más fácil plasmar lo que ven a su alrededor.
Es la huella, digamos, de una opción con la que coquetearon alguna vez.
La mayor atención de sus profesores está en dos de ellos, en los que más monos tienen dibujados en las libretas. Pero las alarmas no están encendidas por aquellos rayones sino por las confesiones que han hecho: de repente, se drogan con clonazepam, piedra, solventes y, cuando el plan es calmado, con mariguana.
A los profes les preocupa que entre los cuates de estos estudiantes haya rateros, sicarios, halcones y vendedores. La recomendación de los docentes consiste en alejarse de las malas compañías y quienes les tienen confianza a sus maestros hacen la promesa que así será.
El principal objetivo, tanto de ellos como de sus profesores, consiste en terminar sin contratiempos el último semestre. Para eso trabajan de lunes a viernes.
Al paso de los días, los ocho estudiantes del salón más conflictivo de este bachillerato tecnológico, ubicado en medio de las favelas mexicanas, lograrán terminar la preparatoria. Eso merece una estrellita en la frente y replantearse qué tan conveniente es el hostigamiento del gobierno contra el magisterio.
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