Política

El cielo de Estambul

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  • El cielo de Estambul
  • Sergio Gómez y Sergio Gómez

Si un día estás perdido en Estambul (donde no todos hablan Inglés y mucho menos Español) recuerda que, cerca de la céntrica plaza Taksim, David se erige aun más heróico que la efigie del mítico Atatürk. Porque David habla tu idioma y eso, para los latinos norteados en el último rincón de Europa, es más épico que fundar una República.

David es peruano, lo sabrás porque si lo ves disfrazado de gran señor prehispánico seguramente le preguntarás que de dónde es. Y te dirá que de ahí donde los incas hicieron de las suyas hasta que los españoles llegaron a poner orden. Su orden, pues.

David pide unas monedas en la plaza.

El penacho merece varias liras turcas y algunos euros, según los que se animan a hacerle el día al artista callejero. Pero el día acabó porque es Nochebuena y David ha encontrado con quien mostrar su espíritu navideño (una cosa tan rara en Estambul como un mexicano). Entonces, David, qué digo David, ¡El Ángel David! está dispuesto a servir de guía para aquellos que desconocen el rumbo y el idioma de los nativos.

Y aunque después de dos horas buscando entre la multitud borracha y las calles torcidas como moral de político connacional, David no dé con la mentada dirección, tú estarás agradecido y él se conformará con la pequeña comisión que le dejen por haberte llevado al peor hotel de la ciudad. Así es la vida. Así es el hambre de canija, hermano.

David es como los chavos kurdos que desgarran las cuerdas cantando, es como la niña que hace lo mismo bajo la fría lluvia que cae sobre la antigua Constantinopla, es como aquel hombre del clarinete. Y quizá es como el chiquillo que pide unas monedas por el hermano dormido sobre sus piernas o como la mujer que con un pedazo de hoja escrito en Inglés dice ser refugiada siria. Es como aquellos en México y Sudamérica.

Diría el otro David (me refiero al viajero catalán): igual puedes viajar miles de kilómetros, hasta Tailandia si quieres, la idea es vivir otro mundo pero ¡joder, tío! el cielo es igual aquí y en todos lados. Es el mismo infierno, pues.

Si un día andas perdido en Estambul te darán ganas de que el cielo, para todos, sea como aquellos ojos kurdos de Shantu, la chica iraquí que conocerás en un bar. Pero ni modo, así es el capitalismo.


Sergio Gómez twitter: @Sergomezv

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