El problema de la existencia humana radica en la separatidad. La conciencia del individuo como una entidad separada del resto, según el alemán Erich Fromm, provoca angustia: “es, por cierto, la fuente de toda angustia”, de acuerdo a las páginas de El Arte de Amar.
El pensador marxista-humanista afirma que la necesidad más profunda del Hombre consiste en superar ese aislamiento, “abandonar la prisión de su soledad”.
Los intentos para solucionar el problema de la existencia humana son numerosos, generalmente se trata de paliativos: el consumo de drogas, la realización de orgías, el patriotismo, la pertenencia a un grupo religioso o de otro tipo…
Pero la respuesta auténtica para transcender el estado de separación se encuentra en el amor. Por ello, el reto del ser humano es lograr dimensionar la actividad amorosa genuina, observar su enorme profundidad. Resulta un reto porque ante la individualidad creciente, la sociedad ha deformado el concepto de amor.
Ejemplo de lo anterior es la radiografía de las relaciones interpersonales contemporáneas en voz del personaje interpretado por Susan Sarandon en la película Shall we dance? de Peter Chelsom: “Necesitamos un testigo de nuestras vidas. Hay miles de millones de personas en el planeta… A lo que me refiero es ¿qué tanto importa la vida de alguien, realmente? En cambio, en el matrimonio, estás prometiendo preocuparte de todo. De las cosas buenas, las malas, las terribles, de las cosas mundanas… todo eso, todo el tiempo, cada día. Estás diciendo: ‘Tu vida no pasará desapercibida porque yo tendré noticia de ella. Tu vida no transcurrirá sin testigos porque yo seré tu testigo’”. Esto significa que el amor ha sido reducido a la unión marital y esta a una herramienta para trascender la brevísima vida a través de la pareja. Es una trascendencia efímera la contemplada por quien se avoca únicamente al amor romántico e ignora la comunión con quienes considerarían como el resto del mundo.
Entre los paliativos para superar la separatidad también está el contacto superfluo y cada vez menos intermitente con los demás. Ahora, este intento es bastante visible con el uso de las redes sociales, sobre todo, con la utilización de la mensajería que ofrecen estas plataformas. En la mayoría de las ocasiones, se trata de un intercambio de ideas emitido desde la soledad entera, desde la soledad del WhatsApp o de Facebook. Como si millones de náufragos estuvieran lanzando al mar, desde islas desiertas, cartas de auxilio en el interior de botellas.
Sergio Gómez @sergomezv