El próximo 23 de marzo se cumplirán 24 años del asesinato de Luis Donaldo Colosio. Tiene razón su hijo cuando en el libro Colosio: El Futuro Que No Fue, coordinado por Alfonso Durazo, señala: “Mi padre debe ser, ante todo, una esperanza. No quiero que se le recuerde con tristeza, con desánimo, sino con optimismo, con fe en el porvenir de México. Cierto, el suyo fue un futuro que no fue, pero también uno que puede ser. Ahí están sus principios, su proyecto, su ejemplo”.
Colosio dejó grandes lecciones para el PRI, sabía que si el PRI quería seguir siendo quien representara a los mexicanos tenía que renovarse, transformarse. De su paso por la política, debe reconocerse su visión autocrítica, su pluralidad, su apertura al diálogo (siempre tuvo el respeto de los principales actores de la oposición), pero si algo se extraña de Colosio el político en el México actual es su sencillez.
Esa humildad, Alfonso Durazo, quien fuera su secretario particular, la reconoce en el citado libro cuando señala lo que Colosio le dijo: “En el cumplimiento de la responsabilidad no hay mejor receta que el consejo de la humildad... te pido que trabajes en equipo y sin ingenuidades. Nada de fantasías; la política está llena de sirenas. Ah, y no pierdas de vista que el trato cortés es un buen negocio político; buenas maneras con todos, todo el tiempo”.
Hoy, hacen falta más políticos que entiendan que no son iluminados, que el tránsito por sus responsabilidades es pasajero, que se aprende en las escuelas, pero también en la calle, en la vida, y que se debe escuchar por igual al más preparado y rico, que al más modesto y sencillo.
La cercanía con la gente es fundamental para el despacho de las funciones públicas. Por eso, nadie que se sienta superior a los demás ciudadanos debe aspirar a representarlos, y nadie que quiera volverse rico debe entrar en política.
“Colosio decía que el político no necesitaba hablar mejor, sino escuchar mejor. Aconsejaba escuchar a los adversarios, pues son los primeros en advertir nuestros errores. Más puntual, del brazo de Andrew Mason, sugería reconocer nuestros propios errores antes de que otros los exageraran”.
México todavía tiene hambre y sed de justicia, México todavía tiene muchas carencias y desigualdades; pero, además, en muchas áreas y sentidos, queremos representantes más cercanos, más humanos, más parecidos a nosotros y a los valores de nuestra tierra.
La gente está cansada de gobernadores, secretarios, presidentes municipales y legisladores que se muestran como personas inalcanzables y casi perfectas, y que viven más como empresarios exitosos que como trabajadores del pueblo. A 24 años, se extrañan muchas cosas de Colosio; hoy destaco su sencillez.