Desde hace meses quiero despertar y darme cuenta de que fue un mal sueño… una pesadilla. El año 2020 está muriendo poco a poco, pero se está llevando, de acuerdo con lo que señalan los números oficiales, a más de 100 mil mexicanos.
No sé si siento que todavía es marzo o si me aferro a no ver la realidad. El covid-19 se llevó a una de las personas que más he querido, y puso en riesgo a mi mamá y a mi papá. El 2020 me recordó lo mucho que duele una pérdida y me mostró el miedo más grande que he sentido.
Todos los mexicanos quisiéramos regresar el tiempo, solo un idiota podría pensar que hoy está mejor que antes; basta ver a tu alrededor y darte cuenta de que ese pequeño negocio al que ibas ya no existe, no pudo pagar la renta.
Basta ver a los miles y miles de jóvenes que están egresando de las universidades y no tienen opciones de empleo. Basta acordarte de todos aquellos que perdieron el sustento de su familia.
Es una maldita pesadilla, y nosotros los mexicanos la estamos padeciendo mucho más que cualquier otro. México es el peor país para vivir en este tiempo pandemia. A tal conclusión llega la empresa de información Bloomberg en un estudio donde analiza a 53 países, y el nuestro es el peor evaluado.
El estudio considera el incremento en los contagios, la tasa de mortalidad, la distribución de pruebas, el sistema de salud, el crecimiento de la economía, entre otras variables.
Es la peor de las realidades. La única información oficial a la que tenemos alcance es la preventiva (utilizar cubrebocas y gel antibacterial, lavarse las manos) y ante el menor síntoma, la indicación es permanecer en casa.
¿Cuántas personas se pudieron haber salvado si en lugar de permanecer en casa, hubieran acudido a atenderse? Frente al covid-19, muy pocos tienen idea de qué hacer.
El Dr. Héctor Enrique Bringas, investigador de la UNAM, documentó cuando se rondaban las 50 mil muertes, que el 71% de los fallecidos tenían estudios menores a secundaria, en su mayoría obreros, choferes, operadores y amas de casa; es una enfermedad que le ha pegado más a los que menos tienen.
Tiene razón la senadora Lili Téllez: somos “el país de las camas vacías y los muertos en casa”. Insisto, una pesadilla que no termina. _