El que aquí escribe, orgullosamente, estudió la carrera de Derecho, y fue el paso del tiempo el que se encargó de mostrarme que muchos de los principios y cualidades de nuestro sistema jurídico no estaban tan firmes como pensaban mis maestros.
No los culpo; al contrario, en mi mente también estaba que muchas de esas victorias eran de imposible retroceso y que la política encontraba ciertos límites en las normas jurídicas.
Ahora mismo estamos en la antesala de ir a una elección de nuestros jueces, magistrados y ministros; y también de nuestros juzgadores locales; algo totalmente impensable hace apenas unos años, y con muchos más riesgos que certezas.
En estos tiempos de cambio, parece que fue ayer cuando en el salón de clases se ironizaba con que nuestra Constitución, la ley fundamental del Estado mexicano llegaba a contener la palabra “minutos”, mientras que en otros países se centraba solo en lo verdaderamente esencial para el Estado de derecho.
El martes, la Cámara de Diputados votó a favor de prohibir a nivel constitucional los vapeadores y cigarros electrónicos; y mientras leía la reforma yo solo pensaba que cualquiera de mis maestros se hubiera sentido hasta agredido si en algún trabajo hubiera propuesto incluir dicha prohibición en la Constitución.
La reforma también considera la prohibición de precursores químicos, del fentanilo y de drogas sintéticas no autorizadas. La misma reforma da un peso constitucional similar al fentanilo, que ha costado cientos de miles de vidas, que a los vapeadores que hoy se ven en todos lados.
Todo el peso de la ley, porque no hay ley más importante que nuestra Constitución contra los cigarros electrónicos y los vapeadores.
En México hay más de 300 leyes federales y en las entidades federativas el promedio es también muy alto; ¿para qué metimos esto a la Constitución?
El fentanilo hoy desde luego que está prohibido y los vapeadores también; llevarlo a la Constitución habiendo tantos otros temas, me parece que llega a sustituir por mucho esa palabra “minutos” que se refiere al tiempo con el que cuenta el Instituto Nacional Electoral en radio y televisión para las precampañas, campañas y para la difusión de sus mensajes.
La reforma constitucional pasará al Senado y después irá a los estados, y en cada uno de esos estados hay problemas tan graves que el prohibir en la Constitución lo que ya estaba prohibido en otras leyes, bien podría ser secundario.
Para mí no es lo mismo el fentanilo que los vapeadores, y nunca he vapeado.