Al final, asuntos de vida o muerte”, es el título del libro de Henry Marsh, un reconocido neurocirujano inglés quien, tras haber ejercido su especialidad por más de 40 años, hoy enfrenta una enfermedad al cáncer y los signos de la edad.
Después de una vida dedicada a trabajar con cerebros, Henry decidió ofrecerse como voluntario para un estudio de escáners cerebrales en gente sana.
“Hoy me doy cuenta de que, aunque ya me había jubilado, seguía pensando como un médico: que las enfermedades sólo les sobrevienen a los pacientes, no a los médicos”.
Henry Marsh pensó que las imágenes que arrojaría el estudio serían las de una persona que, a pesar de una avanzada edad, su cerebro no mostraría ninguna señal de envejecimiento. El resultado fue todo lo contrario.
Las imágenes le mostraron y le demostraron que los signos de la edad son visibles en las marcas de la piel, pero también ocurren dentro de nosotros. Su reto no sería sólo ese, sino que sería diagnosticado con cáncer de próstata.
Lo que narra el libro es una historia dura, pero cargada de mensajes para todos y, especialmente, para las doctoras, los doctores y el personal médico.
“Vivía en un mundo donde abundaba el temor y el sufrimiento, la muerte y el cáncer, y, como todos los médicos, me veía obligado a encontrar un equilibrio entre la compasión y el distanciamiento… Este libro es la historia de cómo me convertí en paciente”.
El libro es un llamado al personal médico a encontrar un equilibrio entre la amabilidad hacia sus pacientes y el distanciamiento clínico, a encontrar un equilibrio entre la esperanza y la crudeza; pero es, ante todo, un llamado a todas y todos a disfrutar la vida.
Vivir hasta los 100 años no necesariamente da más sentido a la vida que hacerlo hasta los 80 o hasta la edad que sea. El consejo es: vivir, tratar de ser feliz e intentar dejar los mejores recuerdos.
Porque la verdadera felicidad consiste en hacer felices a los demás y que no hay mejor consuelo que saber que sigues existiendo en los pensamientos y en la memoria de quienes nos sobreviven.
Henry Marsh se arrepiente de la frialdad con los pacientes, del tiempo excedido en el trabajo y sólo quiere más tiempo para estar con su familia y amigos. A la gente más joven les desea que tengan la buena vida que él ha tenido.
Es este un libro obligado para todo el personal médico y para valorar más y aprovechar mejor nuestro paso por este mundo.