Entre los temas que resuena en la política nacional y que debería resolver Morena como el partido oficial que controla todo el poder, y de acuerdo con la historia partidista de México, pese al deseo de innovación y redireccionamiento político, Morena no ha salido de lo mismo que la mayoría de sus integrantes, que venían de una escuela común: un partido que dominó más de 8 décadas, aunado a que la mayoría de sus dirigentes tienen el espíritu de la Revolución Mexicana como una doctrina intocable para hacer política.
Morena representa un frente nacional que llevó a su fundador, Andrés Manuel López Obrador, a la presidencia; en él se encuentran diversas doctrinas contrarias, y el único interés común que han mostrado es la ambición del poder.
Esperan fortalecer sus intereses personales, cuya expectativa es cuidar su relación con la persona que los llevó al poder sin tener principio alguno o respetar los reglamentos del partido, por eso se pone en riesgo su autonomía ante estos líderes adversarios.
No es extraño que lleguen a un punto perdidos por aplicar tantos intereses para conservar unido ese clan, como las consultas y ahora nos sacan una historia nueva en el mundo de las ciencias políticas, elegir a quien va a representar al pueblo por medio de una tómbola.
De acá se augura un gran fracaso en sus próximas elecciones porque la tómbola no representa ni representará la voluntad del pueblo, no dará una señal de participación ciudadana y menos para tener el control de la toma de decisiones en el ámbito democrático que ha costado al pueblo mexicano años, vidas y recursos.
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