La pregunta es quién ganó la elección, aunque todos celebraron el triunfo, igualmente en los 84 municipios del estado, donde el objetivo inmediato es mostrar una apariencia de liderazgo y capital político, encendiendo focos de atención que pueden ser el reinicio para nuevas etapas electorales.
Sin embargo son muchos los políticos que piensan que esa empatía está de sobra. Los que ganaron la elección y están a punto de recibir el poder buscan apoyo para consignar a su gabinete. Sin duda alguna la mayoría de los alcaldes electos desde ese momento supuestamente “aumentarán” sus ocupaciones y perderán de vista que quienes los hicieron ganar fueron los votantes en las urnas.
La paradoja de estos comicios radica en la manera en que los actores políticos toman esta práctica democrática: algunos verán razones para proclamar su triunfo y otros para lamentarse a puerta cerrada, analizando su derrota. A pesar de todo lo que se ha visto en estas elecciones hay nuevos fenómenos políticos que ensombrecen el futuro de la democracia en Hidalgo: partidos que se dedicaron a repartir materiales, cemento, láminas y despensas, comprando conciencias durante la campaña electoral, la ciudadanía siempre un día después de la elección reflexiona y espero que la razón de por quién votó haga que lamente el sentido de su sufragio.
Pese a eso todos y cada uno de los hidalguenses ha ganado en estas elecciones, desde que comenzaron a pensar, analizar para acudir a la urna, es una práctica que deja satisfechos a quienes estamos presentes en este proceso democrático y que nuestro voto fue tomado como una real participación ciudadana dentro del sistema electoral.
