Política

Qatar, Maluma e Infantino: ¿felices? ¿cuántos?

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Finalmente arrancó Qatar entre los que piensan que la violación a los derechos humanos no es algo en lo que se tenga uno que involucrar y entre los que creen que ser pelirrojo y con pecas valida en la vida para sentirse gay, árabe, discapacitado… y justificar lo injustificable.

Y sí... tal cual, aunque suene una sarta de disparates. Pues eso fue justamente lo que ocurrió en la víspera del arranque de la competencia con las declaraciones del cantante Maluma y las del presidente de la FIFA, Gianni Infantino, tratando de legitimar la realización de una justa internacional en un país donde se vulneran los derechos fundamentales del ser humano al amparo de la ley.

Mientras diferentes artistas decidieron cancelar sus presentaciones en Qatar para evitar ser relacionados con el apoyo a una sede que ha sido polémica en el tema de la explotación de los trabajadores migrantes y los derechos de la población LGBTTTQ+ y de las mujeres, Maluma declaró en una entrevista, al ser cuestionado por su participación: "Sí entiendo, pero es algo que yo no puedo resolver, yo solo vine aquí a disfrutar la vida, disfrutar el futbol y la fiesta del futbol".

Y tras insistir el entrevistador en el tema de los derechos humanos, el cantante colombiano optó por un "entiendo, pero ¿tengo que responder esa pregunta", que le dio pie para abandonar la entrevista.

Igual o más desafortunada fue la declaración de Infantino y su esfuerzo por justificar la presencia de la justa mundialista en Qatar. La misma organización que ha sancionado a países como México por gritos homofóbicos en los estadios avaló ahora que el Mundial se lleve a cabo en un país donde la homosexualidad esta tipificada como delito y los azotes públicos siguen siendo válidos.

En medio de esa incongruencia, Infantino resumió la experiencia de vida de las poblaciones vulnerables a su experiencia personal como niño pelirrojo con pecas en Suiza y un supuesto bullying. Sin demeritar lo traumática que pudo haber sido su experiencia de vida, eso no la iguala a la de las mujeres cataríes que necesitan el permiso de su tutor varón —por lo general su esposo, padre, hermano, abuelo o tío— para contraer matrimonio, estudiar en el extranjero con becas del gobierno, ejercer empleos públicos, viajar a otros países (si tienen menos de 25 años) y acceder a atención de la salud reproductiva. Tampoco se compara con la penalización por relaciones extramaritales (solo a la mujer) o la cárcel que enfrentan los hombres con prácticas homosexuales.

El ser hijo de italianos en Suiza no se equipara a la experiencia de no tener acceso a la justicia como ocurre con los migrantes en Qatar. Y sobre la justicia, Amnistía Internacional explica: “Los juicios justos distan mucho de estar garantizados en Qatar. En los últimos 10 años, Amnistía Internacional ha documentado casos de juicios sin garantías en los que nunca se investigaron las denuncias de tortura y malos tratos de las personas encausadas, y se impusieron condenas sobre la base de ‘confesiones’ obtenidas mediante coacción”.

Y se equivoca Maluma: le deberían de avisar que en Qatar no hay manera de pasar el rato y ser felices los cuatro... a menos que el cuarto que agranden sea el de la prisión.

Por Sarai Aguilar Arriozola*

@saraiarriozola

*Doctora en Educación, Máster en artes con especialidad en cultura.

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  • Doctora en Educación, máster en artes, especialidad en difusión cultural
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