Empecé a leer esta palabra en textos relacionados con el Día Internacional de la Mujer. No tiene mucho su uso. O no la recuerdo de antes. Para una persona religiosa, la resiliencia sería su propia fe. Una persona con esta capacidad resiste todo: mentiras, calumnias, odio, exclusión, cerrazón, obstinación. Enfrenta –porque es también actitud- con la frente en alto las más viles bajezas, las más profundas tergiversaciones, las más malvadas intenciones.
Esta capacidad es adquirida; es decir, uno debe de trabajar todo el tiempo para tenerla y, posteriormente, para ejercerla.
Porque cuando ejercemos en el día a día la resiliencia nos convertimos en mejores seres humanos. No mejores que otros, sino mejores que nosotros mismos. Adquirimos la fuerza y fortaleza para transformar la maquinaria capaz de producir odio y miedo contra el otro, por resistencia y hasta sabiduría.
Una persona resiliente no duda en seguir adelante, en esperar respuesta, en transformar las condiciones de adversidad y en ser feliz todo el tiempo. Eso, lo positivo de su vida, es lo que lo llena, lo que le hace feliz.
El resiliente es capaz de guardar silencio cuando todos esperan que grite; de levantarse cuando todos desean verlo de rodillas; de levantar sus ojos al cielo cuando algunos consideran que debería de tenerlos hacia el piso.
El resiliente interpreta con profunda exactitud el momento y el contexto para saber cuándo y cómo transmitir su mensaje. Y cuando transmite su mensaje, logra su objetivo.
Historias de este tipo de personas podría haber muchas pero me quedo con unas pocas, quizá no conocidas, quizá tergiversadas, quizá ocultas a propósito. Una en particular. Su historia me inspira todos los días. Lo leo en sus misivas, lo escucho en los archivos de video o de audio, lo recuerdo todo el tiempo. Porque al no haber ausencia de lo bueno, entonces no puede haber olvido.
Así que sí, todo este año ha estado soportando la adversidad, la calumnia y el linchamiento mediático. Todo este año transformado las condiciones negativas del momento en acciones positivas para el futuro.
Eso es lo que hace una persona resiliente: lucha, inspira, trasciende de manera positiva en otros seres humanos.