El linchamiento mediático contra el apóstol de Jesucristo, Naasón Joaquín García, ha sido desmedido, cruel y sucio. De este y otros asuntos relacionados con el discurso de odio y la intolerancia religiosa contra el apóstol y La Luz del Mundo, me ocuparé en ésta y otras entregas.
Esta semana se llevó a cabo la audiencia preliminar, misma que en el primer caso le fue negada al apóstol –cosa que, por cierto, nunca informaron los medios–. En esta audiencia un juez determina si existe o no lo que en el sistema estadounidense se conoce como “causa probable”, y no puede determinar la inocencia o culpabilidad de un acusado. La causa probable está compuesta por dos elementos: uno, la creencia de que se cometió el delito; dos, la justificación para considerar que el acusado pudo haber cometido el delito.
En teoría, las audiencias preliminares se crearon para evitar arbitrariedades de las fiscalías y eliminar acusaciones sin fundamento pero en la práctica, el juez le requiere a la fiscalía exhibir evidencia mínima que genere convicción suficiente para iniciar un juicio. A esto lo llaman estándar probatorio mínimo.
Dicho de otra forma, la fiscalía solo podría presentar evidencia “apenas necesaria”, incluso basada en algo que se conoce como hearsay, o rumor.
En el caso que nos ocupa, el juez determinó que sí existía causa probable con un mínimo estándar probatorio y debía decir, por formalidad y legalidad, que le parece al juez que el delito denunciado fue cometido. (Firma Orozco, Solares & Almaguer).
Lo que se dijo en la audiencia preliminar y que sirvió como leña para atizar la hoguera cual otrora inquisición pero ahora mediática, fue desestimada en el caso primero contra el apóstol en donde se violaron todas sus garantías constitucionales por faltas al debido proceso y por falta de pruebas, tema que por cierto tampoco fue cubierto por los medio de comunicación.
Está claro que las supuestas víctimas son anónimas ante la justicia pero públicas ante los medios, porque todo esto se trata de un terrible circo mediático que sigue provocando la deshumanización de los creyentes de la Iglesia y la condena anticipada de un inocente.