Recientemente, durante un evento, me lanzaron una pregunta directa: "Ahora que está tan de moda vender cursos y clases grabadas… ¿qué tan fácil y rentable es vender productos digitales?"
Mi respuesta simple, pero con intención: Vender un producto digital no es difícil. Lo difícil es diseñarlo antes de venderlo, con una estrategia capaz de generar impacto, permanencia y crecimiento.
Y eso no ocurre solo cuando alguien te compra, sino cuando vive una experiencia que lo transforma.
Si estás construyendo un curso, membresía, asesoría o plataforma digital, tu meta no debe ser solo vender.
Tu meta debe ser que el cliente V.I.V.A. contigo: Valide, Invierta, Vuelva y Expanda.
Con este modelo tienes una guía para que tu producto digital no solo funcione, sino que escale.
V — Valida: Antes de vender, el cliente necesita confiar. Validar que tú sabes, que entiendes su problema, que tu propuesta es clara y que tu solución es real.
Aquí entran tu autoridad, tu contenido gratuito, tus casos de éxito y tu mensaje. Todo lo que construye percepción y credibilidad. Si no te validan, no te eligen.
I — Invierte: Una vez que el cliente confía, viene la decisión de compra.
No es un impulso: es el resultado de una propuesta que resuelve una necesidad específica.
Tu trabajo es facilitar esa decisión: con una oferta clara, un proceso de pago sin fricción, beneficios tangibles y una promesa cumplible. Si te validan, pero no invierten, necesitas mayor claridad y persuasión.
V — Vuelve: La recompra es uno de los indicadores más fuertes de que tu producto está bien diseñado.
Un cliente vuelve cuando recibió valor, vio resultados y quiere más.
Esto se logra con seguimiento, rutas de continuidad, niveles avanzados, comunidad activa o productos complementarios. Si no regresan, estás reiniciando desde cero con cada cliente.
E — Expande: El punto más alto: cuando el cliente no solo te recomienda, sino que multiplica tu alcance.
Expande tu comunidad, te lleva a nuevos mercados, te etiqueta, participa activamente y se convierte en promotor natural de tu marca. Si no te ayudan a expandir (recomendaciones), estás creciendo a base de esfuerzo individual, no de efecto red.
La diferencia está en el diseño, planeación y la definición de un propósito.
Diseña experiencias que tu cliente valide, invierta, repita y expanda. Ese es el verdadero ciclo del éxito digital.
Lo demás… solo es contenido.
El marketing y un buen presupuesto pueden ponerte frente a miles de prospectos. Y si logras que te validen, muchos te comprarán. Pero son las dos etapas siguientes las que realmente definen si tu producto está vivo:
cuando el cliente repite, es porque estás haciendo algo valioso; pero cuando expande —cuando recomienda, comparte y te convierte en parte de su historia— estás frente a la validación más poderosa de todas.
Eso significa que tu producto, servicio o proyecto V.I.V.E., y hace vivir una experiencia real a quienes lo usan.
Este modelo puede medirse fácilmente en entornos digitales, especialmente en eCommerce, con herramientas y métricas claras. Pero mucho antes de entrar en lo técnico, detente y hazte la pregunta más importante:
¿Tu producto tiene un propósito claro que transforme la vida de tu cliente?