Zigzaguear

Zigzaguear es verbo de actualidad. Para quienes pasan de la crítica más puntual a la omisión de la autocrítica. Por ejemplo. La inexistente explicación de las razones por las cuales si el Presidente —como yo no lo creo— es deficitario en la entrega de resultados sustantivos revela que la oposición permanece incapaz de articular apoyo social o popular a cualquiera que sea su propuesta nacional.

Zigzaguear entre asumir una capacidad intelectual sofisticada, probada, autoría múltiple, interlocución con presidentes previos y no advertir que el cambio de régimen involucra una nueva relación con el sector desde donde se habla. La animadversión se relaciona directamente con la pérdida de oportunidades económicas, de crédito social y de interlocución con el poder. Ser inteligente para todo, menos para comprender que las opiniones propias no son mayoritarias y tampoco tienen más respaldo que los mismos del sector de los afectados.

Entre decirse de izquierda, pero distanciarse del predominio de la búsqueda de igualdad, relativo como sea el propósito, de la noción de un Estado contribuyente de la dirección compleja del proceso social y económico, de la presunción de que la comunidad es más importante que el individuo y que puede hablarse de sociedad con la reafirmación del vocablo pueblo.

Zigzaguear visceralmente entre la crítica de presuntos miles de acarreados y preferir la evasión de la pregunta central de por qué otras expresiones políticas solamente llenan de carpas vacías una esquina del Zócalo.

La plaza pública es de quien la trabaja.

En sordina dispersa, los voceros de lo opuesto al régimen extienden su conversación largas horas entre la comida y la madrugada y no alcanzan a hilar una iniciativa, liderazgo, programa, comunicación, que contribuya a elevar el debate público de calidad que dicen está ausente.

Mucho menos parecen dispuestos a conquistar la plaza popular porque, a diferencia de los espacios brindados por los amigos y los acuerdos, entre inhabilidad y desprecio, no pueden o quizá ni quieren comunicarse con la mayoría que decide. Zigzaguear entre lo que se dice y lo que se consigue.

En su discurso, el criticado y popular presidente López Obrador dijo: “los publicistas del periodo neoliberal, además de la risa fingida, el peinado engominado y la falsedad en la imagen, siempre recomiendan a los candidatos y gobernantes correrse al centro, es decir, quedar bien con todos; pues no, eso es un error: el noble oficio de la política exige autenticidad y definiciones”.

Su recomendación: “ser de izquierda es anclarnos en nuestros ideales y principios, no desdibujarnos, no zigzaguear”. La ciudadanía tiene la oportunidad de reconocer con la información sustantiva disponible, con el respaldo emocional visualizado en miles de memes, con el acompañamiento de centenas de chats, que los partidos políticos representan por definición a una parte y que, en su naturaleza más diversa, la dimensión ciudadana posibilita la inclusión de todas y todos, hasta de los zigzagueantes.