La monarquía del estoicismo. El reinado del equilibrio. La soberanía de las instituciones. La coronación de la historia. La estabilidad como razón de Estado. Queenship as State.
La monarquía, especialmente la de soberanas y soberanos que provienen de linajes después de centenares de guerras intestinas, extraterritoriales y simbólicas que son capaces de construir el imaginario colectivo universal, ha sido presentada, especialmente por algunos malos profesores, como un simple aparato teatral dejado como vestigio escenográfico luego de los cambios capitalistas posteriores al siglo XVIII.
Quienes insistían en que la reina Isabel de Inglaterra o cualquier figura que quisiera asemejársele en España, por ejemplo, eran simplemente “figuras ornamentales” con una naturaleza histórico-residual secundaria, frente al avance de los sistemas presidenciales o parlamentarios, nunca leyeron bien, no vivieron en Inglaterra o simple y plebeyamente se distanciaron del sentido común.
La reina era Inglaterra. Tanto o más que los Beatles o los Rolling Stones, y que alguno y cualquiera de los quince ministros, salvo Winston Churchill, a quienes dio la protocolaria instrucción de organizar el gobierno, como hasta dos días antes de su muerte con Liz Truss.
Antes de ser reina en 1952 ya venía de aplicarse en las labores de militar en la Guerra que le ganaron a Hitler y de recorrer el mundo en la promoción del ajuste de la Commonwealth que aún se venera en países antes dominados por un yugo británico, en una sujeción que probablemente habría dejado más civilización que la realmente existente en países de Asia y África luego de sus respectivas conflagraciones independentistas.
“Mi Reina”, en alusión a la apropiación colectiva de su imagen, de la cual fui testigo cuando estudiaba en Essex; le llamaban así lo mismo en los pubs universitarios que en los mercados de pulgas o el mejor restaurante del momento. Allá aprendí sobre la artificial definición de las fronteras y el soberano poder de la representación.
Isabel II fue adorada por un pueblo que respeta enormemente sus valores democráticos, pero siempre apuesta a una tradición permanentemente abierta a innovaciones desafiantes. Setenta años para dejar de serlo ante la infinitamente monárquica señora de la muerte. Hasta para los memes alcanza: el Atlas tardó las mismas décadas para alcanzar una coronita que el ahora rey Carlos III. Las dos primeras coronaciones televisadas por el mundo o por la comunidad futbolera nacional de tres generaciones.
Adiós a Elizabeth Alexandra Mary Windsor, reina de todos aquellos que aprecian la inteligencia del comportamiento de las personalidades intérpretes de las multiformes nociones de Estado y la Nación.
Liz Truss es Primera Ministra conservadora y en luto. Mientras tanto, otras mujeres se empoderan en todos los horizontes. De este lado del mundo y desde la capital gobernada por Claudia Sheinbaum las fronteras se redefinen y reconstituyen lecturas de la historia en clara visión prospectiva.
Salvador Guerrero Chiprés@guerrerochipres