Política

¡Un sucesor de Francisco sinodal?

No hay proceso canónico de sucesión papal, pero sí está echada la maquinaria al interior y exterior de los muros del Vaticano. Se busca un sucesor de San Pedro en Roma con el dilema: sucesor de Francisco o sucesor de Juan Pablo II-Benedicto XVI. Las posiciones se polarizan, alimentada con el rumbo que tomará el Sínodo de la Sinodalidad que comenzará el próximo 4 de octubre y concluirá el día 29.

En 2022, con ocasión del consistorio público en el que anunció la creación de 20 nuevos cardenales, las especulaciones sobre la sucesión en la silla de San Pedro se incrementaron, aunado con la salud del Pontífice. De manera simultánea, Francisco convocó a todos los cardenales del mundo para exponer las implicaciones y alcances de la Constitución Apostólica “Prædicate Evangelium” (Predicar el Evangelio) con la que reformó la Curia Romana, el gobierno central de la Iglesia católica.

El encuentro de finales de agosto de 2022 en el Vaticano tuvo como particularidad que todos los cardenales se verían las caras, juntos, por primera vez. La mayoría, desconocidos entres sí no sólo por ser noveles con capelo cardenalicio bajo el pontificado de Francisco, sino por ser de procedencia lejana y prácticamente “invisibles” en el concierto de la Iglesia católica.

Ahora, con el consistorio público de este 30 de septiembre para la creación de 21 cardenales más (18 de estos electores por tener menos de 80 años), el Colegio Cardenalicio no sólo llega a 242, sino que de estos 136 son electores (hoy en día, pues para diciembre próximo el número se reducirá a 132, pues cuatro electores habrán llegado a los 80 años) para un eventual Cónclave.

Con estos nuevos cardenales la universalidad se acrecienta. Del total del Colegio, con electores y no electores, los escarlatas proceden de 91 países; de electores, la procedencia es de 70 países. Si se agrupan por regiones los cardenales electores, de Europa son el 30 por ciento, de las Américas el 28.5 por ciento (Norteamérica y Sudamérica con 12.4 por ciento cada uno y Centro América, Antillas y el Caribe con 3.8 por ciento); de África el 13.9 por ciento, de Asia el 17.5 por ciento y de Oceanía el 2.2 por ciento.

Los países con mayor número de cardenales electores son: Italia con catorce, Estados Unidos de América con once, España con ocho, Brasil y Francia con seis cada uno, India con cinco, Portugal, Polonia, Canadá y Argentina con cuatro cada uno; Alemania con tres, Perú, México, Suiza, Corea de Norte, Nigeria, Filipinas, Gran Bretaña y Tanzania con dos cada uno; y los restantes, con uno cada país.

¿Quién es quién?, ¿qué han hecho?, ¿cuál es su línea, su tendencia? ¿Continuidad con Francisco o con Juan Pablo II-Benedicto XVI?

El punto de referencia, de fondo, es el Concilio Vaticano II, sobre el cual Francisco ha sentado su “reforma”; una vuelta al Concilio Vaticano II, punto de quiebre en todas las dimensiones de la Iglesia, hacia dentro y hacia fuera, desde lo más visible (como lo es la liturgia) hasta la autocomprensión de la propia Iglesia bajo los principios del binomio “Lumen Gentium” y “Gaudium et Spes”, y que no decir sobre la fuente de la propia teología con “Dei Verbum”.

Si con Juan Pablo II y Benedicto XVI el Concilio Vaticano II fue sometido a un “revisionismo involucionista”, con Francisco el Concilio Vaticano II se “recuperó” bajo el principio y dinámica de sinodalidad que había rescató Pablo VI y que Juan XXIII lanzó como germen al convocar una “asamblea universal” para la Iglesia rompiendo la tradición “dogmática” de sentencias conciliares para hacerla más viva, provocadora y dinamizadora día a día.

En abril de 2021 Francisco convocó a un Sínodo sobre la Sinodalidad de la Iglesia. La dinámica que le imprimió fue similar con la que se armó en sus orígenes el Concilio Vaticano II convocado por Juan XXIII: de abajo hacia arriba, pero ahora con la novedad, al estilo de Francisco, de afuera hacia dentro; de la periferia hacia el centro con fases locales (diocesanas) y continentales. La etapa general que comenzará el próximo 4 de octubre en el Vaticano será una de dos generales. La segunda general será en octubre de 2024, abriendo un abanico de tiempo para que lo abordado en esta primera etapa general vuelva a las periferias y se abra un debate desde fuera para volver hacia dentro, hacia el centro.

Mientras los grupos más reticentes apuestan al fracaso, incluso al desastre de la Iglesia con este sínodo con sabor a “Concilio Vaticano III”, los impulsos hacia adelante también están con fuerza. Si los ubicamos geográficamente, tenemos a los ultraconservadores (con poder económico y redes de influencia) que se erigen desde Estados Unidos, sectores de España, Italia, países de África y Asia; en tanto, liderando el empuje hacia adelante está la Iglesia de Alemania, que ha puesto en predicamento al interior del Vaticano. Los temas de encuentro y que se espera se aborden en estas etapas sinodales (aunque no estén explícitamente en los documentos de trabajo) son: el celibato sacerdotal, el acceso a las mujeres a las órdenes sagradas (diaconado, presbiterado e incluso episcopado) y la moral sexual, en particular la diversidad sexual.

Sobre estos temas Francisco se ha pronunciado con un no, pero desde la impronta de un sínodo, la puerta para que se planteen, se discutan no la ha cerrado. Francisco sabe en la Iglesia cuando algo no se quiere cambiar, se silencia. Él podrá decir que no, pero ¿quién es él para cerrar la puerta a los vientos del Espíritu que en momentos críticos de la Iglesia llevó a no imponer cargar disciplinarias a no judíos que se incorporaban a la Iglesia en el siglo I de la era cristiana? De esto es consciente Francisco, pues como buen escolástico distingue lo que él considera y lo que el Espíritu puede mover.

Volviendo a la sucesión, con un papa que a la fecha tiene 86 años y en diciembre próximo llegará a 87, los movimientos de los electores en un eventual cónclave podrán estar ante la disyuntiva que marcó el Cónclave que se realizó del 19 al 21 de junio de 1963 tras la muerte de Juan XXIII: ¿elegir a uno que cierre el Concilio que había iniciado un año antes (1962) o uno que lo continúe?

El Sínodo de la Sinodalidad va, como un Concilio Vaticano III, y su dinámica es para años, no un evento que tiene un término o meta. La cuestión, pues es, ¿un sucesor de Francisco sinodal?


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Rubén Alonso
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