Los sectores ultraconservadores de la Iglesia católica de Estados Unidos comenzaron su estrategia de sembrar la sospecha e incluso el temor que raya en el miedo sobre la sucesión Papal ante una eventual Sede Vacante por renuncia o defunción del actual Pontífice, Francisco, alimentando sobre manera que en el Vaticano se cocina una reforma a las normas del Cónclave reduciendo la participación de cardenales y la incorporación como electores a laicos, laicas, religiosas y religiosos.
El pasado sábado, el periódico quincenal estadounidense “The Remnant”, de corte ultraconservador (se autodefine como tradicionalista), fundado en 1967, publicó que el papa Francisco “redacta un nuevo documento para reformar el cónclave papal”, es decir, reformar la Constitución Apostólica “Universi Dominici Gregis”, vigente con dos reformas, de 1996, en la cual se establece las normas para la “elección del Romano Pontífice” en el caso de que se encuentre la Sede Vacante (ver: https://bit.ly/3sijc3j).
Diane Montagna, en “The Remnant” (ver: https://bit.ly/3SupLdQ), revela que, desde hace meses, en la casa de Santa Martha del Vaticano, el cardenal Gianfranco Ghirlanda, de la Compañía de Jesús, mantiene reuniones con el papa Francisco, impulsando reformas a la normatividad de elección papal en dos puntos:
1. Reducir la participación de cardenales mayores a 80 años en las llamadas Congregaciones que se realizan a lo mucho durante quince días entre el fallecimiento o renuncia del Pontífice y el comienzo de un Cónclave (momento de elección).
Las llamadas Congregaciones (generales y particulares) son reuniones de todos los cardenales, electores y no electores (los mayores a 80 años), en las que se delibera de manera semi cerrada la situación de la Iglesia, sus retos, necesidades, expectativas, y se toman decisiones operativas para el Cónclave.
2. Incorporar como personas electoras a laicas, laicos, religiosos y religiosas, quienes representarían el 25 por ciento del total de votos en el Cónclave; el restante 75 por ciento serían los votos de cardenales menores de 80 años.
Sobre estas “revelaciones” el Vaticano, a través de su oficina de prensa, se apresuró a desmentirlo, asegurando que “no tienen fundamento”, pero sin emitir un boletín oficial para reducir la importancia de lo difundido por “The Remnant”.
Las aguas turbias de la sucesión papal no son nuevas en la Iglesia. Todos los pontífices se enfrentan a ellas, más cuando por el inevitable curso del tiempo y la edad marca a todo ser humano el tránsito de su existencia: En 1972, seis años antes de su “tránsito terrenal”, Pablo VI conoció de los complots palaciegos. Al respecto, la publicación católica estadounidense National Catholic Reporter, publicó el 6 de octubre de ese año lo escrito por su entonces corresponsal en Roma, Desmond O'Grady: “Si los informes de los expertos son precisos, el papa Pablo se enfrenta a una amenaza de revuelta palaciega por los cambios propuestos en los procedimientos utilizados para elegir a un papa”.
Conforme avanzaba la edad y largo pontificado de Juan Pablo II, los bandos cardenalicios se compactaron para una continuidad a través del decano cardenal Joseph Ratzinger, que rápidamente fue elegido y llevó por nombre Benedicto XVI.
Tras su elección, considerando su edad, 78 años, se reactivó la sucesión. Se reagruparon los frentes. La continuidad o el cambio. Este último se impuso. Las circunstancias críticas de la Iglesia heredadas bajo el largo pontificado de Juan Pablo II (26 años y cinco meses y días), quien por su condición de salud y edad no gobernaba del todo y se acumularon tres elementos: la pedofilia en sectores de la Iglesia, corrupción en las finanzas y economía vaticana y exacerbado centralismo vaticano, rebasaron al propio Benedicto XVI, llevándolo a renunciar a la Silla (Cátedra) de Pedro.
Jorge Mario Bergoglio, jesuita, argentino, Francisco como Pontífice, fue elegido al segundo día (en menos de 30 horas) de iniciado el Cónclave tras la quinta votación, que se fraguó en los últimos meses del pontificado de Benedicto XVI, se “amarró” el 13 de marzo de 2013 en y al término de los alimentos y siesta del mediodía, y se consumó en la segunda votación de la tarde de ese día (ver: https://bit.ly/49qPLwv).
El 12 de septiembre de 2021, en la Nunciatura Apostólica de Bratislava, Eslovaquia, en reunión con los jesuitas que laboran en ese país, a pregunta sobre su estado de salud, respondió con ironía: “Todavía vivo. A pesar de que algunos me querían muerto”, en el contexto de la operación a la que fue sometido y confesando que era consciente de los “encuentros entre prelados (Cardenales), que pensaban que el [estado de salud del] Papa era más serio de lo que se decía. Estaban preparando el cónclave” (ver: https://bit.ly/3QMqO7J)
Las normas de elección de un Papa como las conocemos hoy en día se remontan al año 1118, en que se reunieron cardenales en el monasterio de Santa María in Pallara (colina del Palatino, en Roma), para evitar la injerencia de presiones políticas externas. Con el tiempo se ha modificado con la intención de reforzar intromisiones externas, pasando con el encerrar a los cardenales (Siglo XIII) y con ello darle vida al llamado cónclave (con llave); aunque esto comenzó como mecanismo de presión a los electores, pues llevaban dos años sin ponerse de acuerdo, y con el encierro (con llave), limitarles alimentos.
Luego vinieron más cambios. Las presiones de príncipes y monarcas, sobre todo de Francia, el veto ejercido a través de cardenales en el Cónclave, el tráfico de influencias e incluso de dinero para comprar o comprometer voluntades (delito de simonía en la Iglesia), hicieron de las normas de elección las más sofisticadas y detallistas, incluso imponiendo secreto pontificio a quien revele lo sucedido en el Cónclave so pena de “suspensión” de su carácter eclesial a quien sin autorización del Pontífice diera a conocer lo sucedido dentro.
El año 2021 fue intenso en el arranque de sucesión. Las reuniones de “prelados” arreciaron incluso sin recato (ver “¿Quiénes están preparando el próximo cónclave?” en https://bit.ly/3SnASoM y “llamados” a modificar las reglas se incrementan (ver ¿El último cónclave? en https://bit.ly/3QtFyqD).
Pero lo “revelado” por “The Remnant” destaca, y al ser atajado por el Vaticano, muestras que las aguas de cambios sí están en el ambiente por los siguientes motivos:
1. El impulso y configuración de una Iglesia Sinodal ha llevado a los “inmovilistas” a una reacción un tanto paranoica ante las reformas emprendidas que modifican, o, mejor dicho, recuperan el sentido y ser de Iglesia comunidad, Pueblo (en su sentido bíblico y teológico, no sociológico) que camina; que incorpora a todas y todos los miembros des clericalizando el sentido de “jerarquía”, alejándola de lo perverso y corruptor que es asumirla y ejercerla como “poder”.
2. La Iglesia está más expuesta a la mirada interna y externa; el mundo le exige más transparencia y rendición de cuentas en elementos claves: formación y selección de sus pastores, desde el Seminario como centro de formación sacerdotal, la promoción de éstos al Episcopado, y la elección libre (se diría al interior, bajo el impulso del Espíritu Santo) de quien sea la cabeza y acompañe a la Iglesia (llama la atención que el más reciente video mensual del Papano se refiera a su función de “conducir”, sino “acompañar”. (ver video en https://youtu.be/eNWZwspI9a0).
3. La configuración del Colegio de Cardenales electores promovida por Francisco, más universal, y con personas no mediáticas, “desconocidas” entre los propios cardenales, dificulta a los “líderes” de grupo cardenalicio ante un eventual Cónclave la “conducción” del proceso interno de elección.
4. El Colegio de Cardenales electores y no electores estarán más expuestos en las Congregaciones (reuniones previas al Cónclave) a la “opinión pública” construida y conducida a través de medios de comunicación digitales; no faltará la construcción de “burbujas” mediáticas que induzcan, anulen, “veten”, con información incluso verosímil pero falsa, perfiles, candidatos y temas sobre la situación y apremiante situación de contexto de la Iglesia. Nunca, como antes, el Colegio Cardenalicio estará más expuesto a ello.
Por lo pronto, como estrategia mediática y política, los grupos anti-bergoglianos, anti-Francisco, incluso contra la Compañía de Jesús, encienden y alimentan fuegos de temor, de miedo, como parte de una estrategia que inmovilice con planteamientos de reformas extremas, a sabiendas de que en la Iglesia todo cambio es gradual y lento (ver el medio de comunicación ultraconservador “Infovaticana” en https://bit.ly/47hapgM).
Infundir miedo nunca falla para inmovilizar; pero estrangula la esperanza.