Política

¿No les espanta la tragedia venezolana?

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¿Quién, entre toda la gente que existe, puede simpatizar todavía con un régimen que ha empobrecido brutalmente a la inmensa mayoría de la población, que encarcela, que mata, que tortura y frente al cual un ciudadano común se encuentra en una indefensión total, sin garantías y sin recurso alguno para poderse defender?

La tal “revolución bolivariana”, así de pomposamente como la han bautizado sus cabecillas, no es un movimiento progresista ni nada parecido: es una siniestra dictadura encabezada por un sujeto despótico y cínico amparado por una casta de militares tan corruptos como desalmados.

¿No les parece muy sospechoso, a aquellos que apoyan tamaña monstruosidad, que el supremo caudillo bolivariano, el tal Nicolás Maduro, se aferre al poder por todos los medios posibles en vez de gobernar durante un periodo limitado y, al final, retirarse tranquilamente como cualquiera de los demócratas que llevan las riendas de la cosa pública en el mundo? ¿Todo se reduce entonces a eso, a quedarse apoltronado en la silla presidencial a lo largo de decenios enteros?

Y sí, señoras y señores, justamente por ahí va el tema: seguir ejerciendo un poder sin ataduras y sin rendirle cuentas a nadie para cosechar impunemente todos los provechos. De eso mismo se trata, de mandar y de obtener ganancias, de gozar de descomunales privilegios pero, eso sí, cacareando sin parar que el “pueblo” es el que manda.

Pues no, miren, quien menos facultades y derechos tiene es ese tal pueblo, tan trillado en los pendencieros discursos del comandante supremo. La sacralización del “pueblo” en el altar de la demagogia no es más que un recurso para conseguir indulgencias de los crédulos. Mentira pura y desvergonzado ardid.

No hay compasión ni el menor rastro de humanismo en los adalides de ese mentado “socialismo del siglo XXI”. Lo que hay es mera codicia y una ambición tan desaforadamente materialista que necesita del más engañoso y fraudulento disfraz –el de ser la encarnación misma del multicitado “pueblo”— en oposición al simple emprendedor que, en una sociedad de libre mercado, confiesa sin mayores ambages que el dinero sí le interesa.

Hipócritas, antes que nada, esos chavistas bolivarianos procuran, por encima de todas las cosas, el control absoluto de sus conciudadanos. Por eso, muy seguramente, los empobrecen al punto de reducirlos a una condición de mendicantes perpetuos. ¿A quién diablos le puede gustar un sistema así?


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Román Revueltas Retes
  • Román Revueltas Retes
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  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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