Va a ser asunto de no hablar demasiado mal de don Dante (Delgado), oigan, porque la vapuleada oposición de este país necesita que su partido se sume al gran frente que va a desafiar al oficialismo en las supremas elecciones de 2024.
El hombre es un priista de cepa pura, como la práctica totalidad de los personajes que medran en las altas esferas de la política, pero se ha reconvertido en el inventor de una nueva corriente, por así decirlo, y ambiciona dejar una indeleble huella color naranja en el altar de lo público.
Su muy personalísimo proyecto, por el momento, no es diluir su estandarte partidista en la nebulosa mezcolanza de una coalición, ni mucho menos, sino andar por sus exclusivos fueros, faltaría más.
De tal manera, cada que toca competir se saca de la chistera a unos candidatos pretendidamente diferentes a los demás, de nuevo cuño, frescos por no haberse revolcado demasiado en otros lodazales partidistas y, en esta privilegiada y admirable condición, muy atractivos –o eso se creen en el mentado Movimiento Ciudadano (MC)— para los votantes.
La gente, ya lo sabemos, está harta de lo mismo aunque sean los mismos de siempre quienes ahora porten la camiseta de la “transformación”. MC aspira entonces a ser una opción tan declaradamente original que su propósito –llegar al poder sin necesitar a nadie más y cosechar enteramente los frutos de su avasallador advenimiento— no les parece una quimera a sus adherentes sino una hazaña perfectamente alcanzable. Tan real es su sueño para ellos que se lanzan al ruedo en cada elección sin importarles que los cinco o los seis puntitos porcentuales que van a obtener van a ser, justamente, los que necesitaba la oposición coaligada para alcanzar la ansiada victoria.
El señor Dante, entonces, no da la impresión de ser realmente un edificador de utopías. Su figura, más bien, es la de un cómplice del poder. Y, ah, otra cosa: ¿de verdad se creen que tienen todo el tiempo del mundo para crecer mientras prosigue la demolición del entramado institucional de este país?
La próxima cita, ya lo sabemos, es en 2024. No falta mucho. Así las cosas, es muy poco posible que ganen las elecciones. Más bien, irán de esquiroles del régimen morenista. Pero, ¡perdón, decíamos que no íbamos a criticarlos!